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Lleva razón Juan Manuel Bonet cuando en el catálogo de la exposición de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937-2018) se pregunta sobre '¿qué Arroyo?' quiere escribir en realidad: «¿Cuál de los posibles Arroyos?». Bonet duda. Quizá sobre el Arroyo que decía: «Mi patria es la pintura». ... Pero también se pueden decir muchas cosas sobre el Arroyo «hijo de un farmacéutico falangista», sobre el Arroyo «alumno del Liceo Francés», sobre el Arroyo «parisiense, de 1958 en adelante», «sobre el pintor de la Transición», sobre el escritor, el polemista, el adicto a los toros y al boxeo, el hombre de teatro... Hubo múltiples arroyos.

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Comisariada por Marisa Oropesa, la magnífica retrospectiva de Eduardo Arroyo en la Fundación Bancaja (hasta el 23 de junio de 2024) reúne más de ochenta obras del artista madrileño entre óleos, esculturas, collages y dibujos... «A estas alturas ya no debería ser necesario reiterar que era un pensador incansable, crítico, voraz que estaba siempre alerta a todo lo que le rodeaba, ávido de empaparse de la cultura en todas sus expresiones», afirma Oropesa. «Todo lo que cae en sus manos es susceptible de sufrir una metamorfosis y transformase en una obra única». Su materia prima eran las películas que veía, los libros que leía, la música que escuchaba... La obra de Arroyo se ha expuesto desde 1961 en todo el mundo.

Una exposición formidable con obras mayores en las que se entremezclan numerosos apuntes autobiográficos ('El pintor orgulloso de sí mismo', 1976; 'El regreso del exilio', 1977), las alusiones malvadas ('Diversos tipos de bigote reaccionario español', 1970; 'Retrato del enano y bufón de la Corte. Sebastián de Morra. Nacido en Cadaqués la primera mitad del siglo XX': dos andanadas contra Dalí); creaciones inesperadas y algo provocativas ('Mesa Tío Pepe', 1973); los óleos fascinantes de gran formato ('Toda la ciudad habla sobre ello', 200x250 cm., 1982; 'El Museo del Descubrimiento de día. El Museo del Descubrimiento de noche', 200x500 cm., 1992), el último cuadro que pintó ('El buque fantasma', 200x299 cm., 2018) ...

También forma parte de la retrospectiva la proyección de un extracto del documental 'Arroyo. Exposición individual', una pieza audiovisual producida en 2012 por La Fábrica y el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Me senté en una butaca sin respaldo situada frente a la pantalla y tomé fidelísimas notas de algunas de las mordaces palabras del pintor.

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«Yo, de mayor lo que quería ser es valenciano. Para mí hubiera sido genial... ¡Me forro! Eso te lo aseguro. Pero nací en Madrid. ¿Para qué ser de Madrid? ¿Qué vas a hacer con eso?»; «El arte contemporáneo se ha convertido en una residencia de viejos»; «Si tú vendías un cuadro, lo primero que tenías que hacer es ocultar esa venta, porque estaba muy mal visto que los demás supieran que habías vendido un cuadro, porque entonces el vendido eras tú, no el cuadro».

Reflexiona sobre el éxito: «¡Esa bestialidad a la que conduce pensar que todo éxito es sospechoso! No existe un éxito noble. Si tienes éxito, es porque te has tenido que bajar los pantalones en algún lado».

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Arremete contra las donaciones: «Cuando voy a un museo y veo al lado de un cuadro 'Donación del artista', me vienen unas risas compulsivas, me pongo rojo, verde y azul y salgo corriendo sin dejar de reír Ningún regalo a la Administración, que considero mi enemiga».

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