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Mil páginas de confesiones íntimas. Hace unas semanas comenté en otra sección la tercera entrega de los monumentales diarios de Rafael Chirbes (Tavernes de Valldigna, 1949-2015, Premio Nacional de Narrativa 2014 por 'En la orilla'), publicados este año por Anagrama con el subtítulo de ' ... A ratos perdidos 5 y 6'. No resalté entonces lo muy cinéfilo que era Chirbes. El escritor valenciano, tras haberlas visto hace décadas, revisaba numerosas películas. Reproduzco algunos de sus comentarios y referencias.
«En la tele veo la floja 'Los fantasmas de Goya', increíble película increíble con una España de pandereta y leyenda negra, decorados artificiosos y más falsos que Judas. Tampoco el actor que hace de Goya, Harvey Keitel, está bien, y, ay Dios mío, ese malo malísimo inquisidor, interpretado por Bardem resulta forzado, fantasioso y, lo que es peor, insoportable» (páginas 343-44). Comparto el criterio de Chirbes, con una excepción: el actor que interpreta a Goya en esta película de Milos Forman es Stellan Skarsgárd, no Harvey Keitel.
«Formaban una mafia, algo así como el grupo de amigas de 'La tía Tula', las que salen en la película de Picazo (¿qué se hizo de este hombre que firmó una obra maestra?)» (página 420).
«Concluyo la jornada volviendo a ver (¿y van...?) 'Duelo al sol', la historia de Jennifer (Perla Chávez) y Gregory Peck (ahora no recuerdo el nombre de su personaje)» (página 452).
«Veo la excelente 'La vida de los otros' (...) Es de esas películas que vuelven a hacerte confiar en el cine como revulsivo, como desencadenante de reflexión: lo que pedimos del arte, que abra interrogantes sobre el sentido de las cosas» (páginas 518-19).
«Pongo la tele. 'Horizontes lejanos'. Me basta una decena de planos para sentirme envuelto por el aire épico que destila. Fue una de las películas de mi infancia, esos ríos de agua fría, el fondo de la pantalla mostrando la nieve que cubre las montañas, los vestidos de pieles que cubren a los personajes, las canoas... Volviéndola a ver entiendo por qué me fascinó» (página 524).
«En 'Salomón y la reina de Saba', King Vidor nos ofrece una recargada visión del sexo como arma de destrucción masiva: el amor sería bueno sino fuera porque lleva aparejado el consumo de carne humana, viene a ser la moraleja de la película, que nos ofrece una de las secuencias más estridentes, cursis y de peor gusto de la historia del cine, pero también más calenturientas: la orgía del cortejo de la reina de Saba en honor del Dios del Amor» (página 576).
«Vuelvo a ver 'Ocho y medio', de Fellini, y, al final, no puedo contener las lágrimas. ¡Qué maravilla! Esas actrices, todas maravillosas... Claudia Cardinale, Sandra Milo, la extraordinaria Anouk Aimée... Me siento miserable escribiendo sobre vejez y destrucción ante un canto a la vida tan hermoso como este. ¿Por qué no escribir cantando lo que hemos hecho, mejor que lo que vamos a perder? Sí, pero ¿qué he hecho yo?» (páginas 736-37).
«Vuelvo a ver 'La sirena de las aguas verdes'. Es mi infancia, el cine de aventuras que alimentó mis fantasías. Esta película fue decisiva para que la opulenta Jane Russell pasara a formar parte de mis iconos femeninos. Al verla de nuevo, me echo de menos a mí mismo, echo de menos a quien ya no podré encontrar» (página 743).
Esta reflexión de Chirbes («me echo de menos a mí mismo») es una de las más melancólicas y tristes y a la vez más vitales de cuantas se han publicado en España en el siglo XXI.
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