Urgente La Nit del Foc se dispara pese a la amenaza de lluvias

Mufasa

En cada gesto de acogida o rechazo, de cercanía o distancia, de atención u olvido, decimos a nuestro hijo quién es y qué es para nosotros

RAFAEL FAYOS FEBRER, PROFESOR TITULAR DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA. UNIVERSIDAD CEU CARDENAL HERRERA

Lunes, 17 de marzo 2025, 23:43

Una de las secuencias más bellas y emotivas del largometraje 'El Rey León' (1994) es aquella con la inicia la película. Un chamán escala una ... pequeña colina y se acerca con solemnidad a un retoño de león. Después de un breve ritual en el que unge al bebé, lo toma del regazo de su madre y tras la aprobación del progenitor, se dirige solemnemente hacia un saliente y lo alza. Manadas de elefantes, antílopes, jirafas y todo bicho viviente se inclinan en medio de un descomunal estruendo de sonidos salvajes. Mientras, el padre observa, orgulloso y satisfecho, la escena. Evidentemente, nos encontramos ante una ficción, pues aunque uno de los pilares argumentales de la película sea el «ciclo de la vida», este gesto poco o nada tiene que ver con el comportamiento natural de estos felinos. Sin embargo, lo descrito sí tiene relación, y mucha, con los humanos.

Publicidad

Alzar a un recién nacido y reconocerlo como hijo recibía el nombre de 'Tollere Liberum' en la antigüedad romana. El aforismo «Mater semper certa est, pater numquam» («Tenemos siempre certeza de quién es la madre, del padre nunca») está en el origen de esta costumbre y nos hace entender rápidamente porque el varón debía asumir públicamente la paternidad de quien acababa de llegar al mundo. Ahora bien, debemos decir que lejos de ser un acto meramente jurídico o una costumbre atávica, esta proclamación solemne poseía y posee también hoy una profunda significación antropológica. El hecho de concebir, gestar en su seno y dar a luz genera espontáneamente lazos afectivos entre la madre y el nacido. No sucede lo mismo con el padre, que fácilmente puede eludir sus responsabilidades y abandonar a su suerte, como a veces ha sucedido, a la mujer y al infante. De hecho, también en Roma, existió la costumbre de exponer públicamente y abandonar en la calle (de ahí el nombre de Expósito) a quienes el 'Pater familias' no reconocía como hijos. Reconocer al niño, y por lo tanto, dar el nombre y el apellido, y con ello linaje, familia y tradición, ha sido una costumbre secular que la cultura occidental ha asignado al padre.

Pero volvamos a 'El Rey León' y escojamos otra escena, esta vez, dramática y trepidante. Para captar su sentido tengamos en cuenta que en este relato hay personajes que aspiran heredar el trono, aunque para ello tengan que matar, incluso a niños. Una estampida fríamente calculada por el hermano del rey pone en peligro la vida de Simba que finalmente es rescatado por su padre perdiendo su vida en la hazaña. La cría queda huérfana, esto es, sin nombre ni protección, y marcha cruzando un desierto sola y desconsolada para iniciar lejos una vida en el olvido y la disipación: 'Hakuna Matata'. Así la pequeña cría crece alejada de los suyos convirtiéndose en un joven león que enterrando sus orígenes y linaje vive alegremente distraído sin horizonte ni sentido.

Completa la misión del padre cuidar, proteger y salvar de los peligros a la vida naciente y creciente

Es de nuevo el chamán, esta vez, ejerciendo de psicoanalista, quién le sumerge y le hace bucear en su subconsciente (en la película atraviesa un profundo bosque) hasta que mirándose en un arroyo ve reflejada su imagen y con ella la de su padre quien le recuerda su verdadera identidad y misión: Simba el hijo de Mufasa, heredero legítimo del reino. A partir de este momento el relato da un vuelco.

Publicidad

'The Lion King' llegó a los cines en 1994. Siete años más tarde se estrenó la versión en 3D. La recaudación de ambas versiones hizo ganar a Disney 968 millones de dólares siendo una de las películas con mayores ingresos en USA y otros países. Además de la calidad de los dibujos y de la fantástica banda sonora a mí me parece que en parte su éxito podría también atribuirse al hecho de que el relato responde a la pregunta de qué es el padre: quien te reconoce dándote un nombre y el que te acoge y protege durante tu crecimiento.

El progenitor carece de los vínculos naturales que unen a la madre con el niño, por ello, tiene que conquistarlos con los gestos y signos que hemos señalado. Dar un nombre no es pasar simplemente por la oficina del registro. Es la respuesta que el padre desde el inicio y a lo largo de la vida tiene que ofrecer ante el ansia de reconocimiento que se encuentra en todo niño. Sé que estás ahí, eres importante para mí, tu madre te ha gestado pero yo también te he engendrado. La implicación con el recién nacido que en la cultura contemporánea está asumiendo la figura paterna sea quizás la nueva forma de alzar al hijo reconociéndolo como propio ante la sociedad. Dar el nombre es también y sobre todo una actitud. En cada gesto de acogida o rechazo, de cercanía o distancia, de atención u olvido, decimos a nuestro hijo quién es y qué es para nosotros, mentamos su nombre. Y esto no solo acontece al inicio, deberá también darse en las etapas de la vida donde todo individuo busca desesperadamente responder al enigma de su identidad. Completa la misión del padre cuidar, proteger y salvar de los peligros a la vida naciente y creciente.

Publicidad

Esta tarea, como todo lo sublime, bien merece celebrarse en un día señalado en el que también deberemos recordar al que, dentro de los misteriosos designios divinos, tuvo que dar un nombre, Jesús, y un linaje, el de la casa de David, a quién su mujer gestó pero él no engendró. Y hacerlo, siendo conscientes de que fue modelo, no solo de esto, sino también en la acogida, protección y defensa de la vida naciente frente al despotismo de un tirano, Herodes, que como Scar en El Rey León, no tuvo escrúpulos en acabar con la vida de muchos pequeños inocentes. Celebremos, pues, la paternidad, que bien lo merece, sin olvidarnos de José, su modelo y protector.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 12 meses por 12€

Publicidad