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No fue lo mismo. Convenía abrazar el autoengaño porque bastantes desgracias hemos padecido los últimos meses como para flagelarnos y lloriquear a costa de las ... lluvias que deslucieron la fiesta. El espíritu valenciano pone buena cara al mal tiempo, qué remedio, pero por seguir con los tópicos, la procesión iba por dentro. Más que ir se diría que reptaba sinuosa, culebrosa, espesa. Que durante una jornada falleril caiga una lluvia raquítica incluso se considera de cierta sagrada tradición. Que se precipiten tantos litros supone un latigazo de pésimo gusto y este año todos esperábamos ese luminoso sol que fertiliza nuestro humor e hidrata nuestro optimismo. No pudo ser y... no fue lo mismo.

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