Claro que importa

No sólo en lo personal, sino en las instituciones. Las palabras que el fiscal general le soltó a la fiscal de la audiencia de Madrid cuando esta le preguntó acerca de la famosa filtración, «eso ahora no importa», resultan demoledoras. En vez de negar, escogió una fórmula sinuosa, ambigua. Cree uno que, en esta vida, todo o casi todo debería de importarnos. Cuando visito una casa me importa, y mucho, descubrir qué libros yacen en las estanterías, qué música escucha y qué productos audiovisuales consume. De ese modo me hago una idea de su personalidad. No es lo mismo disfrutar con Lou Reed que con Bustamante. Me importa cómo viste la gente, sus gustos gastronómicos, si hablan idiomas, incluso sus estudios o su falta de estudios académicos. De una ciudad me importa su historia, la jeta que lucen sus habitantes, el trazado de su calles, el diseño de las fachadas de sus edificios. Me importa casi todo, digo, porque mantengo enorme curiosidad sobre lo que me rodea aunque muchas cosas no las entienda. No las entiendo pero me fijo, y me fijo porque me importa, y me importa porque sigo vivo, atento, inquieto. En cualquier caso, ahora mismo, lo que me importa es la independencia de ciertas instituciones que deberían de mostrar la independencia que fortalece nuestra democracia. Eso me importa muchísimo.