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Desde hace un tiempo encontramos en las series o en las películas una estampa que, de tan popular, ni le prestamos atención. El protagonista, sea ... una mujer o un hombre, no importa, llega a su hogar tras la jornada laboral. Deja las llaves, pone cara de «uf, por fin», se quita el calzado y... se sirve una copa de vino tinto o blanco allá en un vaso abombado de diseño delicado para cumplir con el canon. Entonces, copa en ristre, atraviesa sin rumbo la morada, acaso acaricia al mimoso gato y se apalanca relajado frente a un ordenador portátil para piponear el correo y distraerse. Y siempre acarreando esa copa de vino ya convertida en prolongación natural de su mano.

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lasprovincias La copa de vino