Desequilibrio

Porque no olvidemos que, dentro de unos pocos años, la masa formada por los 'beibibumers', o sea los nacidos entre los sesenta y lo setenta, piensa jubilarse con alegría para disfrutar de la vida, de los viajes de la tercera edad, de la jardinería en el adosado, de las partidas de petanca, de los campeonatos de 'truc', de las sesiones en la cuales alimentas a las palomas de migas de pan apalancado sobre el banco del parque o de la sublime contemplación estática de esas obras que tanto entretienen. Y entonces igual la proporción entre currantes del lado privado y receptores de fondos públicos de desnivela y ya veremos qué pasa... Además, subyace en esto un telón de envidia. Es inevitable. Como autónomo milito en el bando de los paganinis, pero claro, si pudiese escoger me encantaría ser una Jessi, o una Nicole (novia de Koldo), o sea personas que incrustaron por arte de birlibirloque en los refajos de un chiringuito público para que cobrasen sin doblar el lomo (es un decir). No se me antoja justo. Más de tres décadas apechugando y luego llegan otros, otras, y cuentan con poderosa bendición que les sufraga el pan y la sal. Necesitamos cierta contención para que la balanza no se incline en favor de un lado. Las dos Españas famosas, hoy, se dividen entre los que sufragamos la fiesta y los que se benefician de ella. Y tampoco es eso.