El precio de la ocurrencia

Imaginaron, supongo, que las parejas son necias y, por lo tanto, en las tareas domésticas se basaban en la improvisada chapuza que preside la existencia de un solterón. Pero las parejas, caray, aunque sea poco y por la noche, al llegar a la morada, hablan. Se comentan el día que han soportado, los chismes de los compañeros de curro, lo que han comido, en fin, esas fruslerías que representan el armazón de sagrada rutina que fertiliza la pareja. No se necesitaba ser muy brillante para descubrir que, la aplicación 'Me toca', era una payasada 'modelna'. Y así ha sido. Más de 200.000 pavos a la basura. Qué más da, si lo hemos pagado todos. Claro que, para dineros malgastados, los de otra aplicación, la del radar Covid, un invento que tampoco causó, precisamente, furor en aquella época de encierro medieval. Sigo sin saber para qué servía. Si estábamos enclaustrados, no sé yo para qué tanto radar... La broma costó 4 millones de euros que, también, se han precipitado en el vertedero del olvido. Si sumásemos los gastos imposibles que suponen homenajes a los hermanos Marx, igual caíamos en depresión profunda. Pero siguen pensando que el dinero público no es de nadie. A ver si inventan una aplicación para evitar desparrames con los doblones de nuestros impuestos.