La Valencia infiel

La lista se refería a las ciudades con mayor tasa de infidelidad, no sé si por metro cuadrado, por metro cúbico, por barrio fino y engolfado o por extrarradio dispuesto al lío asilvestrado. No observé sesudo desglose al respecto. Pero me abochornó descubrir que Valencia, en materia de cornamentas, de ramajes frondosos enraizados sobre las testas de la mujer y del hombre, languidece en el octavo puesto. ¿En serio somos tan formalitos, tan decentes, tan honrados? Tanta ruta del bakalao, tanta fiesta, tanta playa, tanto sol, tanto tardeo, tanto vermú, tanta terraza, tanto rechupetear las gambas mientras evocas otras situaciones placenteras, y al final, oye, una lamentable octava posición. Pues qué triste. Claro que, el pasmo y la rabia me atraviesan cuando leo que la ciudad campeona en esto de las infidelidades y los cuernos que crecen sin necesidad de alcanzar la época de la berrea es, atención, ¡Burgos! No suelo confiar ni en encuestas ni en horóscopos ni en estadísticas, pero desde luego aquí encontramos un ejemplo donde fallan clamorosamente. ¿En Burgos son más infieles que en Valencia? Venga ya. Allí arriba el frío te machaca incluso en verano, el personal es tirando a serio y bajo la imponente catedral es imposible pecar. Una ciudad tan venerable como Burgos no nos puede vencer en los terrenos húmedos. No me lo trago.