
Un británico de 63 años murió tras caerse desde un mirador del Acueducto de Segovia. Las primeras informaciones decían que se había caído de espaldas ... tras sentarse en el pretil. Algo normal en un lugar normal. Todo lo normal que puede ser un acueducto romano tan bien conservado. El ser humano es más frágil que el Acueducto. Lo sorprendente es que no nos matemos más. De manera accidental. Aumentan las muertes por caídas y atragantamientos (también es verdad que aumenta la población mayor). Nos conmociona la desaparición de una familia entera por la caída de un helicóptero en el río Hudson, esa excursión que casi todos hacemos la primera vez que vamos a Nueva York sin tener conciencia de estar haciendo algo peligroso. Como tampoco cuando te duchas o cuando limpias unos cristales. O haciendo nada y, zas, te da un infarto. Te vas dejando a tus seres queridos sin haber querido tomar postre. Y el kit de emergencia se queda muerto de risa.
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