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Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo

Hace años, el psicólogo norteamericano Adam Alter documentaba en un libro la relación entre las adicciones a las pantallas y a las drogas. En 'Irresistible: ¿Quién nos ha convertido en yonquis tecnológicos?' advertía sobre la manera en que se despierta y se desarrolla, progresivamente, la ... dependencia. Ponía el foco en el origen de estas conductas y señalaba que uno de los principales riesgos del consumo temprano de las pantallas radica en que los padres son incapaces de despegar la mirada de sus dispositivos mientras están con sus hijos. Y esos niños, incluso bebés, aunque no lo parezca observan el movimiento de los ojos de sus cuidadores. Lo hacen de forma instintiva y, después, lo repiten. Así lo concluyeron diversos estudios en los que se colocó cámaras en la cabeza de los progenitores. «Si los padres están distraídos, sus hijos seguirán su ejemplo, porque los padres que no son capaces de concentrarse inculcan a sus hijos los mismos patrones de concentración», indicaba Alter. Los menores son el espejo de lo que tienen delante. Nadie en su sano juicio colocaría cocaína al alcance de un niño. Y sin embargo, en general, se regalan pantallas a los menores dejando que ellos se gestionen los contenidos. Desde hace algún tiempo, se ha establecido la costumbre de que cuando acaban la Primaria e inician la Secundaria 'necesitan' un móvil para estar conectados y localizados. La presión es tal que quien no tiene teléfono corre el riesgo de convertirse en el discriminado, el raro o el excluido.

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lasprovincias Móviles y cocaína