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La noche del 21 de diciembre de 2017, Inés Arrimadas fue aclamada por una multitud, al grito de «¡Presidenta, presidenta!», en el escenario que Ciudadanos había montado en la plaza de España de Barcelona. Arrimadas había ganado las elecciones catalanas. Por primera vez, un partido ... no nacionalista lograba la victoria en esa autonomía. Aquellos no fueron unos comicios cualquiera. Se habían convocado a finales de octubre por la vía del artículo 155 de la Constitución después de que los separatistas aprobaran en el Parlament una declaración para crear una república catalana como 'Estado independiente'. La líder de la formación naranja obtuvo 36 diputados pero esos números resultaban insuficientes para superar una investidura. A los independentistas les sonreía la aritmética parlamentaria. JxCat, ERC y Cup podían sumar la cifra mágica de la mayoría absoluta para investir a un candidato. Así que Arrimadas ni siquiera lo intentó. Esa decisión nunca se entendió. Sus seguidores tampoco comprendieron su determinación de irse a Madrid. Su carisma rozó así la cima del éxito e inició la cuesta abajo. Aquella dirigente que hace tan solo cinco años parecía no tener techo, ahora está fuera de la vida pública y su partido en extinción. Así es la política. Capaz de devorarlo todo y a todos como una trituradora.
Alberto Núñez Feijóo ha ganado y Pedro Sánchez ha perdido. Ambos por menos de lo que esperaban respecto a sus previsiones victoria/derrota. El sinfín de análisis sobre lo ocurrido se reduce a la calculadora de bloques. El resultado de estas elecciones es, además, el de una gran paradoja con origen y destino en Catalunya. El más votado tiene la investidura más difícil que el que quedó segundo porque éste puede aglutinar el apoyo de las formaciones que quieren separarse de España. La guinda la ponen los de Carles Puigdemont. Los independentistas catalanes han perdido votos -especialmente ERC- pero, sin embargo, han ganado poder. Puigdemont sabe hasta dónde se puede llegar a presionar con unos pocos escaños. Su aterrizaje en la Generalitat, en 2016, fue fruto de una carambola propiciada por el veto a Artur Mas por parte de diez diputados de la CUP. Junts ofrece un precio de salida para entregar a Sánchez la llave de la Moncloa: amnistía y autodeterminación. ¿Le dará lo que pide a un fugado de la justicia?
A día de hoy la investidura de Núñez Feijóo sería más difícil de lograr que la cuadratura del círculo. Aún así, el popular parece no perder la esperanza mientras el socialista negocia sus cartas. Ambos suman la amplia voluntad de la mayoría pero prefieren apuntar a sus extremos. El 23-J constata la moraleja de que vencer en las elecciones no es sinónimo de ganar el poder. Con la incertidumbre garantizada y el fantasma del bloqueo, se asoma otra convocatoria electoral.
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