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Chicxulub es una palabra que conocen bien los apasionados de los dinosaurios. Los entusiastas del Mesozoico saben que Chicxulub marcó el principio del fin de una era. Ese término, que en maya significa algo así como 'cola del diablo', da nombre al asteroide que impactó ... contra la Tierra hace unos 65 millones de años y a la huella en forma de cráter que dejó aquel cataclismo sobre la superficie de la actual Península de Yucatán, en México. Los fósiles hallados por los paleontólogos han permitido definir las características de estas terribles criaturas que dominaron el planeta. Pero la de los dinosaurios tan solo es una de las cinco hecatombes que, según los geólogos, cambiaron el curso de la vida. Ahora, la revista 'Nature' acaba de publicar el estudio sobre los límites de la supervivencia planetaria. Se trata de un informe relevante porque, por primera vez, un equipo de científicos ha examinado los límites de seguridad y justicia en el mundo midiendo, en términos cuantitativos, las consecuencias para la salud que conlleva sobrepasarlos. Las conclusiones no son positivas porque se han cruzado la mayoría de los umbrales que permiten el equilibrio. Los autores de la investigación son varias decenas de científicos de la Comisión de la Tierra. Todos coinciden en alertar de que, con el quebrantamiento de esas fronteras, la población está contrayendo unos riesgos colosales. Contaminación, calentamiento, extracción de agua o el exceso de fertilizantes, como nitrógeno o fósforo, que acaba en los ríos son algunas de las líneas rojas que se han transgredido.
Pero no todo es apocalíptico. Hay un dato positivo para la esperanza. El agujero de la capa de ozono ha salido de la zona peligrosa. Hace décadas, cuando se descubrió su existencia, se pronosticó que su tamaño aumentaría si la industria química seguía utilizando aerosoles, especialmente clorofluorocarbono, sustancia letal para la ozonosfera. En aquel momento, la comunidad internacional le vio las orejas al lobo y acordó frenar la producción y consumo de estos gases que destruyen nuestro escudo protector frente a la radiación ultravioleta. Y lo hizo por sorprendente unanimidad en la Convención de Viena y el Protocolo de Montreal, primeros acuerdos que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pudo ratificar de forma universal. La ONU ya ha anticipado que, si los países cumplen, para 2066 el daño en la región de la Antártida se habrá revertido. El del ozono es el paradigma medioambiental del éxito. Un ejemplo que corrobora que la voluntad de las partes es la clave para que los compromisos se materialicen. Y una muestra, también, de que todavía estamos a tiempo de que no se extinga lo que hace que las personas seamos humanas.
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