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En plena ola de calor, en pleno periodo vacacional para muchos y en pleno hartazgo generalizado para todos, el 'Cara a cara' logró congregar a casi seis millones de espectadores en los canales de Atresmedia, anfitrión de la convocatoria. Los datos históricos indican que es ... el debate electoral que menos seguimiento ha registrado desde que se estrenó esta tradición en España hace treinta años. El 46,5% de cuota de pantalla alcanzado por el duelo Sánchez-Feijóo queda lejos del 61,8% que obtuvo el primero de la democracia. El combate dialéctico que enfrentó a Felipe González y José María Aznar fue seguido por 9.625.000 de ciudadanos un 24 de mayo de 1993. La tensión que se puede cortar entre los candidatos y sus equipos es una constante en este tipo de encuentros. Y esa tensión traspasó la pantalla. Desde la llegada de ambos líderes a los estudios de San Sebastián de los Reyes, hasta los breves minutos de las pausas publicitarias o los instantes posteriores cuando el rifirrafe ya había concluido. Sánchez y Feijóo se despidieron con un escueto apretón de manos. Las cámaras pudieron captar cómo, poco después, se incorporaban sus equipos de asesores para arropar a sus líderes en sendos corrillos cuyos integrantes no cruzaron ni siquiera las miradas. El clima entre los socialistas y los populares es hostil. Y eso, se percibió con creces. El toma y daca se enfangó en el cruce de reproches y cifras. Hubo varias ocasiones para que mostraran algún ápice de entendimiento o de voluntad para ello pero fue en vano. Los moderadores preguntaron directamente por sanidad y educación, haciendo énfasis en esto último sobre la incapacidad de alcanzar un pacto de Estado, y ni por ésas.
Al final de larga discusión que protagonizaron los espectadores guardarán en su memoria dos o tres anécdotas a lo sumo. Por eso en este tipo de foros funciona bien el efecto sorpresa o inesperado para el público. No hay que olvidar el formato: la televisión. En este sentido, solo hubo un as bajo la manga y lo sacó Feijóo cuando puso sobre la mesa un documento en el que le proponía a Sánchez un acuerdo para que gobierne el partido más votado: «Hagamos este pacto y lo firmo aquí delante». Lo que dicen los audímetros es que fue también el del minuto de oro, el más visto. El presidente del PP también puso en práctica la táctica del «no se ponga nervioso» para desquiciar a su contrincante. No era la primera vez que Sánchez se escuchaba ese zasca en un debate electoral. Pablo Iglesias, en 2015, y Albert Rivera, en 2019, le espetaron un corte idéntico. Su reacción fue el contraataque con la maniobra de la interrupción. Y tú más.
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