Escribir en primera persona del singular desarma y descarna, porque, cuando utilizamos el 'yo', cae el escudo invisible que armamos a nuestro alrededor, como protección frente a injerencias dañinas, y el dolor llega, inminente, arrollando todo lo que encuentra a su paso.
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Desde casa, con ... la imposibilidad de acceder a mis oficinas, anegadas de agua y barro, portátil en mano, tecleando con rapidez, probablemente fruto de los nervios que florecen frente a la impotencia de acometer cualquier acción que pueda frenar lo imparable, mandé, sin saberlo, uno de los que serían mis últimos mensajes, antes de que, en aquel fatídico día 29 de octubre, llegara el aislamiento.
La caída del suministro de agua y luz comportaba mecanismos de abastecimiento superados generaciones atrás, las velas ya no eran meros objetos decorativos, hacían su función, alumbrar, y, el agua, racionada; pero, la desconexión con el mundo produjo, con su vuelta, entrar en un estado de shock.El primer pensamiento, con las vidas humanas perdidas, el dolor de los familiares y las personas más cercanas, el dolor por los daños ya irreparables de los que lo han perdido absolutamente todo, pero también el dolor de un pueblo, «el poble valencià».
Y, entre tanto caos, la pregunta que siempre será clave ante la catástrofe es ¿se podría haber evitado?
Los días han ido pasando, cruce de acusaciones entre administraciones incluido, que no han hecho más que generar desconfianza e inseguridad en el ciudadano, que, por cierto, fue el más rápido en actuar poniendo en valora la solidaridad en modo voluntariado.
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Una oportunidad que los antisistema no han dudado en utilizar, atacando directamente al autogobierno autonómico, dando por fracasado el sistema.
Pero la realidad es que han fallado muchos factores, frente a los que habrá que responder, uno de ellos la responsabilidad política, que parece verá sus primeros pasos este jueves en Les Corts Valencianes, pero, si el cortoplacismo también se apodera de este momento de crisis se corre el riesgo de no dar una respuesta eficaz y sostenible en el tiempo, porque, de nuevo, se volverán a eludir las responsabilidades preventivas, las que empiezan antes de la situación de preemergencia.
Ni mención, en las fases anunciadas por el Gobierno para la recuperación de la normalidad, de la ejecución, de manera inminente, de todas aquellas obras hidráulicas que, según se ha publicado en distintos medios de comunicación, un informe del Ministerio de Transición Ecológica, que lidera Teresa Ribera, son el fruto de la paralizaron, en el año 2021, de las obras de adecuación y drenaje del Barranco del Poyo, por «problemas ambientales» y una «visión del coste-beneficio».
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No hay incompatibilidad en instar y reclamar las responsabilidades políticas que sean necesarias, pero sí riesgo en quedarnos en el corto plazo y en el corto espacio.
El poble valencià, de nou, es fa un «nuc a l'ànima», desprès de llevar el fang, per a continuar avant.
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