En esta recién estrenada era del fango, algunos incrédulos pensarán que es un bulo, o una 'fake new', que suena más chic, aunque, desde mi humilde opinión, esto de dejar caer, como el que no quiere la cosa, un par de anglicismos en medio de ... cada frase, lejos de impregnarnos de un aura cultivada en idiomas, parecemos un rebaño de petulantes imitadores.
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Pero no quiero desviarme de la cuestión, así que, hecho este breve inciso introductorio, la noticia política que hemos conocido esta misma semana es que Pedro Sánchez ficha por el Partido Popular, y consolida el nuevo Consell, en su primer año de legislatura.
Las reacciones no se han hecho esperar y los agradecimientos del President, Carlos Mazón, en fórmula reivindicativa han sido contundentes: «Aquí nos toca hacer mayor esfuerzo que a los demás así que de financiación singular nada».
Mientras, el PSPV se queda desarmado ante un Gobierno que, como bien consta en sus antecedentes declarativos y legislativos, primero empieza con un rotundo y reiterado «no», pero que, permeado hasta normalizar, se publica en el BOE a convenir fecha y hora.
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Bien lo sabe el Sr. Aragonès que ha declarado que: «Toda victoria de Cataluña empieza por un 'no' del Gobierno de España». Y, ¿quién se atreve a desmentirlo?
Nos encontramos ante las exigencias del independentismo, sobradamente conocidas, y asumidas en forma de pacto de investidura, donde una de las partes exige su cumplimiento con la amenaza constante de ruptura, por supuesto, con la consecuente caída de Moncloa.
Aquí es donde encontramos la clave de toda demanda soberanista, en la posibilidad de sostener un gobierno minoritario, ejecutado a base de cesiones territoriales.
No podemos obviar que una soberanía territorial en crecimiento, dentro de un marco autonómico, se produce en detrimento del resto de comunidades autónomas.
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Así que, mientras el pueblo valenciano sigue condenado a la infrafinanciación, a la espera 'sine die' de la apertura del nuevo modelo de financiación, caduco desde hace ya una década, llega la «financiación singularidad», hay que decir que la denominación «cupo» ya estaba pillada, para ejercer una total y absoluta soberanía fiscal.
La aritmética parlamentaria es la gran conjunción para la asunción de las proclamas de los partidos separatistas que provocan con sus conquistas un desequilibrio territorial contrario al principio constitucional de solidaridad entre autonomías y de trato igualitario entre ciudadanos.
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La negociación multilateral no se vislumbra ni a lo lejos, pero la bilateralidad es la tónica de sujeción del Sr. Sánchez que a cada pacto pone más espacio entre el PSPV y su discurso de paréntesis para volver al Palau de la Generalitat, y, entre tantas, Diana Morant, su nueva lideresa, a la espera de instrucciones.
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