Una frase que bien podría ser tanto mía como de cualquiera que forme parte de Juristes Valencians, simpatizantes o afines; pero no, esta joya no ... es mía, no me voy a poner yo la medalla, pero lo tomaré como un cumplido, y exigiré que así sea.
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Queridos lectores, esta frase, que tanto ha resonado en los últimos días, es del President del Consell; y, aunque dudo que no se conozca el contexto, para los despistados, y algún que otro inverosímil, diré que se pronunció en el más alto ambiente institucional, en el propio Palau de la Generalitat, donde la palabra dada rezuma a compromiso, máxime se si dice un 9 de octubre.
Así fue, en un discurso donde el autogobierno se hizo firme, y, al hilo de reclamar la recuperación del Derecho Civil Valenciano, Mazón dijo: «Le pese a quien le pese».
Un 9 de octubre, donde, por fin, y esto hay que decirlo, celebramos, conmemoramos, pero también reivindicamos los derechos que nos corresponden en aplicación de nuestro Estatut, que, desde el año 2016 tiene las competencias recortadas, y, por ende, también los derechos de todo el pueblo valenciano.
Salvando las distancias con la tradicional 'mocaorà', muestra de afecto entre amantes valencianos, en honor al particular patrón de los enamorados, San Donís, qué mejor regalo que brindarnos la mayor verbalización del autogobierno.
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Eso sí, ahora es momento de ejecutar, y avanzar como nacionalidad histórica, que también quedó incorporado en el mismo discurso, que somos en igualdad de derechos y oportunidades al resto de territorios que así vienen reconocidos en la Constitución Española.
El paso firme deberá ir en dos direcciones tanto la recuperación del Derecho Civil Valenciano, con la garantía constitucional, como en el inicio de una andadura legislativa propia, como la Ley de Costas, a la que deben seguirle las normas de rango familiar.
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Una legislatura en la que la competencia territorial entra a debate en la agenda política estatal de una manera abrupta y canjeada a cambio de investidura, la estrategia valenciana pasa por exigir el trato que como nacionalidad histórica nos merecemos.
Tanto por el reconocimiento identitario, herramienta imprescindible sobre la que se sustentan el resto de pedimentos, como por la practicidad de disponer de normas que recojan la idiosincrasia de los valencianos y la agilidad legislativa para avanzar al mismo ritmo que lo hace la sociedad.
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Un autogobierno se sustenta sobre dos pilares: el reconocimiento de derechos recogidos en nuestro Estatut, desde el que proyectar nuestras propias normas reguladoras; y, la financiación justa para que de una manera real y efectiva pueda desarrollarse nuestro derecho escrito.
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