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Este lunes la Catedral de Valencia acogió la Misa Funeral por la DANA, presidida por el Arzobispo de Valencia, Monseñor Enrique Benavent, con más de cuatrocientas personas, familiares de las víctimas de la catástrofe vivida el pasado día 29 de octubre, que ocupaban, como no ... podía ser de otra forma, el centro del templo.
Junto con los canónigos, los sacerdotes de las parroquias de los municipios afectados, diáconos y seminaristas, participaban en la ceremonia, la Iglesia Católica con todos sus representantes, y con el acompañamiento del resto de confesiones que, con su presencia, daban el reconocimiento y el apoyo en la reconstrucción, también, del alma.
La asistencia de los Reyes de España ocasionó un amplio despliegue de seguridad, que blindaba los accesos a la Catedral.
Y de accesos, tanto la entrada como la salida, de Sus Majestades, a la Seu, ya marcan la intencionalidad de su visita, la misma Puerta de los Hierros, que dio la bienvenida a las familias de las víctimas, también lo hizo con los Reyes.
El resto de autoridades accedieron desde la románica Puerta de la Almoina, también conocida como Puerta del Palau.
Protocolariamente ubicados los Reyes destacaron, precisamente, por cumplir con su mandato de representación, que incluye la escucha y el acompañamiento, ahora en el dolor.
El Consell, en pleno, presidido por Carlos Mazón, estuvo presente, y el Gobierno de España representado, no por su presidente, el gran ausente, pero sí por la Delegada del Gobierno, la vicepresidenta, María Jesús Montero, el ministro de política territorial, y la ministra de ciencia, también lideresa del PSPV, que, sorprendentemente, o igual no tanto, ha mantenido lo que llamamos un perfil bajo, igual para que las soflamas, todavía ardientes, por la inacción del Gobierno, le alcancen en su andadura para mostrar la alternativa a ocupar el Palau de la Generalitat.
Alcaldes presentes, gestores de la inmediatez, la cara visible de la administración a pie de calle, visiblemente emocionados, duras decisiones, muchas veces sin disponer de las herramientas y los mecanismos que lo requieren.
Esa proximidad, o la falta de ella, marcará, sin lugar a dudas, la voluntad de voto, la verdadera asunción de responsabilidades.
El acompañamiento, «unirnos al dolor», como manifestó Monseñor Benavent en su homilía, y, como solemos decir los valencianos, al manifestar nuestro pésame, en el momento de la despedida, «T'acompanye en el sentiment».
Vigilante a todo, protectora de los más desfavorecidos, la Mare de Déu Peregrina, que visitó los municipios afectados días atrás, con manto morado y crespón negro en señal de duelo, acoge a creyentes y, también, a los no creyentes, porque la Geperudeta, traspasa los muros de su Basílica.
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