Verano azul

Con un nuevo Consell, a la espera del anuncio de las segundas y terceras espadas, empezamos, el año pasado, el verano de la vuelta del Partido Popular al Palau de la Generalitat, después de dos legislaturas de Botànic, con un partido liderado por Mazón que venía ya con sus antepasados amortizados por sus afines y votantes con ganas de volver a verse en los cargos de decisión.

Ahora bien, con la necesidad para gobernar, que, en definitiva, es de lo que se trata cuando se acude a la convocatoria electoral, del apoyo de Vox, el socio más predecible, aunque no necesariamente la muleta más cómoda para ejecutar un buen lance.

Por supuesto, sin obviar la negativa del resto de grupos parlamentarios que precisamente ahora se encuentran a la búsqueda de relato de relevo al argumentario de los noes por el pacto con el partido de ultraderecha, como respuesta articulada para toda propuesta, incluida la defensa de la agenda valenciana, que, sin excusas, al menos de momento, no sé si podemos prever un pacto al más puro estilo ejemplarizante de Les Corts, o la Ministra Lideresa del PSPV está a la espera de instrucciones jerárquicas despachadas desde Ferraz, como lo fue su propio nombramiento sucesorio, gran embestida a la democracia interna de los partidos. Sin llegar a la celebración del primer aniversario, el año de promoción, usando el símil de festejo, si es que todavía se habla en estos términos cuando se trata de amores, queda roto el acuerdo de gobierno sin que esto estuviera contemplado en ninguna hoja de ruta, y los populares, reformulado rápidamente el Consell, abordan estos próximos tres años en solitario, con mucha cintura para el diálogo y consenso, y para ello han escogido al alcalde de Finestrat, Juan Francisco Pérez Llorca, una elección que no se hace precisamente al azar porque su perfil de concordia resulta ahora imprescindible para llegar al final de la legislatura con vistas a abordar unas elecciones que requerirán de una mayoría absoluta para la reelección.

En una situación insostenible de infrafinanciación que nos azota desde la educación, la salud, o los servicios sociales, dejando fuera de la gestión de gobierno las cruzadas por las banderas, el Partido Popular podrá hacer valer su posición de máxima responsabilidad como liderazgo en defensa de los términos del pueblo valenciano.

Así que, definitivamente, este verano es muy azul, y, a la vuelta de las vacaciones, Señoras y señores lectores seguiremos analizando nuestra política más cercana.