El nuevo precio del aceite de oliva virgen extra en los supermercados desde este lunes 10 de marzo

No sé si creerán lo que les voy a contar pero no estoy sorprendido de la primera vuelta del Valencia. Confieso que, si me lo ... hubieran dicho antes de empezar la Liga, habría pensado que me estaban vacilando. Bueno, hubo uno que sí me lo dijo. Solo uno. El maestro Ruben Darío Ciraolo -ex jugador del Valencia y mi hermano en la radio hace veinte años- soltó en directo diez minutos antes de empezar el primer partido en Sevilla que veía demasiada negatividad y que el Valencia terminaría el año entre los diez primeros. Él defendía que, pese a las ventas y la casi ausencia de fichajes, había mejor equipo que el año anterior; entrenador que repetía y que entiende este club de locos, jóvenes con calidad y más experiencia, y una limpieza de vestuario necesaria. Lo explicó como entrenador y hombre de fútbol. Confieso que a mí me dio igual, yo le miré raro y directamente no me creí nada. Pero luego empezó la Liga, aquella noche el Valencia ganó en el Pizjuán y termina entre los diez primeros la primera vuelta. Poco más que añadir aparte de callar y agachar la cabeza.

Publicidad

Aquello que me dijo Ciraolo se me quedó grabado a medida que fue avanzando la competición y cambió mi visión del curso. Es obvio que él tenía razón: hay mejor equipo que el año pasado con menos jugadores y 'supuesta' menor calidad. De un Valencia destinado a luchar por el descenso por la pérdida de los Kluivert, Lino, Nico, Cavani... a un equipo de autor con identidad, personalidad, agresividad y velocidad que empezó el campeonato como un tiro. Las lesiones y la propia competición llevaron al equipo con altibajos -dos veces estuvo cuatro partidos sin ganar- pero con la sensación general de que pelear por el descenso no iba a ser la realidad. Javi Guerra, Diego López y Fran Pérez son jugadores de primera división y mejores que el año pasado. Mosquera es un espectáculo y Pepelu una locura. El resto suman y corren como un bloque sólido que sabe a lo que juega y que va a muerte con su entrenador. Baraja, la punta de la pirámide. Todo esto es cosa suya y de nadie más. Los rendimientos individuales, el equilibrio colectivo, los resultados y la sintonía con Mestalla. Y no se queja pese a los ninguneos de Lim. El Pipo es todo en esta primera vuelta, como fue todo el año pasado. Solo se me ocurre dar las gracias por su llegada y esperar -como espero- una segunda vuelta un poquito mejor. Porque ya lo dijo Valverde: 'este Valencia plagado de juventud va a ser mejor a medida que avance el campeonato'. Ojalá.

Y ahora vuelve la Copa. Mi torneo favorito del año por su emoción, intriga, trampas y despeños varios. Y, deportivamente, porque es el torneo más corto del año y el único que hoy el Valencia puede ganar. Siete partidos y te plantas en una final. Como en 2019 o 2022. Si los sorteos acompañan puede ser el gran objetivo del año superado el objetivo de la permanencia. Y yo lo tengo claro: todo a la Copa. Quedan cinco partidos para repetir lo de la Cartuja con Bordalás y aquel Valencia tuvo claro lo que debía hacer. Perdido en la Liga en mitad de la nada Bordalás lo fió todo al torneo del KO y se plantó en la final. Con este Valencia de mínimos de Baraja y 26 puntos ya en la Liga no hay forma más sencilla de crecer que intentar el asalto copero. Hasta donde se pueda. No me negarán que se puede apostar un mes por ello y centrarse en febrero otra vez en la liga. De Baraja depende buscar aquello que dijo en el entrenamiento de puertas abiertas en Mestalla 'ojalá en el futuro un Valencia campeón'. Quizá el futuro está tan cerca que no lo vemos.

La Copa puede ser el gran objetivo ahora del Valencia, una vez superado el reto de la permanencia

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad