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Ucrania desde la ventana de Overton
Análisis

Ucrania desde la ventana de Overton

La tara moral de Trump es bien conocida; su capacidad de mentir también.Hace suyo el discurso de Putin, acusando a Zelenski de ser un «dictador»

Mariano J. Aznar, Catedrático de Derecho internacional público. Universitat Jaume I

Sábado, 22 de febrero 2025, 10:26

Esta misma semana me recordaba un querido amigo el modelo de cambio político que se plantea en la llamada 'Ventana de Overton'. En la década de 1990, Joseph Overton planteó un modelo político de análisis consecuencial según el cual ideas que son aceptables para el público son también aceptables para los políticos, no así las ideas inaceptables para el público, inaceptables también para los políticos. Ahora bien, si tienes una idea que el público no quiere, y que los políticos no pretenden, tienes que desplazar la 'ventana' en la dirección de esa idea de tal forma que la opinión pública empieza a apoyarla y los políticos a promoverla.

Este modelo, conscientemente o no, está muy presente en la política española desde que gobierna Pedro Sánchez: ha demostrado ser capaz de hacer pasar por aceptables cuestiones que nos repugnaban hace poco, sea el blanqueamiento de los etarras, la amnistía de unos golpistas, el insulto a los jueces, el regalo de patrimonio público a cambio de votos, el perdón de delincuentes a sueldo del partido, la ocupación de la administración del Estado por serviles palanganeros o el despiece mismo de la Nación. Basta con un bombardeo de noticias, una saturación (des)informativa que no permita analizar con cierto sosiego las mentiras sobre las que se asienta un gobierno.

Pero es que lo último del presidente Trump sobre la guerra en Ucrania ya es de aurora boreal. Mientras su secretario de Estado se reunía en Arabia Saudita con el ministro de exteriores ruso, en una entrevista mano a mano con Elon Musk y refiriéndose al presidente ucraniano Zelenski, Trump afirmó que éste último debería haber terminado la guerra en Ucrania «hace tres años», advirtiéndole sin vergüenza alguna que «[n]unca debería haberla comenzado». Esto es, que fue Ucrania y no Rusia quien empezó la guerra.

La tara moral de Trump es bien conocida; su capacidad de mentir también. Estas declaraciones parecen apuntar al modelo de la ventana de Overton. Al igual que Rusia alegó para invadir Ucrania el carácter neonazi de sus dirigentes y la supuesta protección de la población rusa en el este ucraniano, así como la amenaza latente de un sistema democrático en la vecindad, incómodo para la autocracia dirigida por Putin, Trump hace ahora suyo este discurso acusando a Zelenski de ser un «dictador». Mueve la 'ventana' en esa dirección para aceptar (y hacer aceptable), entre otras cosas, que lo que desde 1990, al terminar la Guerra Fría, hicieron los EE.UU. y la OTAN en el este europeo, fue la causa cierta de la actual agresión rusa a un Estado soberano y amigo.

Es otro ejemplo más de cómo se sustituyen los hechos por mentiras. De ahí que sea necesario recordar esos hechos. En la conferencia de Múnich de 2007, Rusia ya advirtió que entendería como una amenaza el ingreso de Ucrania en la OTAN así como cualquier apoyo que supusiera la no insumisión ucraniana al dictado de Moscú. Entre febrero y marzo de 2014, Rusia invadió y se anexionó la península de Crimea, parte del territorio ucraniano. A pesar del no reconocimiento internacional y del comienzo de sanciones económicas al 'establishment' moscovita, Crimea sigue estando bajo control ruso. Putin contempló una tibia respuesta occidental, que no vio venir la invasión y ocupación del este ucraniano por tropas rusas a partir del 24 de febrero de 2022. Hoy mismo se cumplen tres años de una agresión que violó los principios fundamentales del Derecho internacional, seguida de documentados crímenes de guerra por parte del ejército ruso, y la reacción en legítima defensa del único Estado agredido: Ucrania. Apoyado particularmente por la OTAN y la UE, sin ser Estado miembro de ninguna de ellas, Ucrania ha defendido su población y territorio con un valor, tenacidad y ejemplaridad destacables. En territorio ucraniano, no lo olvidemos, se están defendiendo unos valores que son propios a la UE y que también lo eran en los EE.UU. Por lo visto ahora han dejado de serlos. Es más: aparentemente no deben serlos.

La integridad territorial del Estado, el respeto a su soberanía y al derecho sobre sus recursos naturales (aquí y en Groenlandia); la responsabilidad por la comisión de crímenes (aquí y en Palestina); o la prohibición del uso o la amenaza del uso de la fuerza (aquí y en Panamá), parecen no importar ya a los EE.UU., fundadores del orden internacional tras la II Guerra Mundial.

Estamos avisados. Si mañana China decide agredir e invadir Taiwán, nada podrán argumentar Trump y su administración. En Palestina ha aceptado y promovido la acción criminal de Israel para transformar los territorios ocupados en territorio soberano. Y mañana mismo, en el marco de los Acuerdos de Abraham y su apoyo al régimen dictatorial marroquí, no esperemos de Trump la misma actitud que el gobierno estadounidense tuvo para apaciguar en 2002 el contencioso con el islote de Perejil. Si mañana el autócrata de Rabat consiguiera ocupar, por ejemplo, los peñones de Alhucemas o Vélez de la Gomera, las Islas Chafarinas o, de nuevo, Perejil, EE.UU. no mostrará la capacidad de mediación que Colin Powell desplegó para volver al 'status quo ante'.

No, ahora Overton y su ventana, hábilmente aprovechada por Marruecos, harían aceptable para su nuevo aliado en Mar-a-Lago que la integridad territorial española sobre sus plazas de soberanía fuera impunemente violada. Eso sí, me temo que con Sánchez embobado en su ventana.

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