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Las estadísticas demográficas señalan que España es un país cada vez más envejecido en el que nacen menos niños y las personas viven más que antes, gracias a los avances de la medicina, especialmente en el capítulo de la detección precoz de las enfermedades. Esta ... nueva realidad se deja sentir ya en múltiples sectores y actividades que tratan de atender las necesidades -también las posibilidades de negocio- de una gran masa de población. Pero aún siendo cada vez más y mereciendo la atención tanto de los poderes públicos como de las empresas privadas, las personas mayores se encuentran terriblemente indefensas cuando la tragedia golpea a su país. Ocurrió durante la pandemia del Covid 19 y ha vuelto a suceder con la DANA. De las cifras provisioles de fallecidos, que asciende a 216, 104 tenían más de 70 años. Durante la crisis sanitaria, la enfermedad se cebó con los geriátricos, con casos tan terribles como el de la residencia de Alcoy en la que murieron 74 de sus 140 internos, un dato terrible que debería haber hecho reflexionar a las autoridades responsables sobre la reacción preventiva en los primeros días de la tragedia. La explicación médica fue sencilla e inapelable: las personas mayores tenían menos defensas ante un virus desconocido para el que al principio -conviene no olvidarlo- no había vacuna. Acabamos ahora de sufrir una DANA que ha arrasado Valencia, sembrando la muerte y la destrucción a su paso. Y nuevamente es el grupo de las personas de más de 70 años el mayor damnificado. Como entonces, es fácil encontrar las causas: menor movilidad y agilidad así como dependencia de cuidadores y familiares que en muchos casos no pudieron llegar a auxiliar a sus seres queridos, con historias trágicas que han conmovido a toda España. No existe el riesgo cero y sería absurdo exigir un sistema de protección que ante tragedias como una pandemia o una riada preservaran la vida de los más débiles, que son tanto los niños como los miembros de eso que genéricamente se denomina tercera edad. Pero sí que es exigible que en futuras actuaciones y en la reforma de los protocolos de prevención y respuesta ante las inundaciones, que necesariamente va a tener que acometer la Administración, se perciba con nitidez el peligro que se cierne sobre un sector que si cada vez es más numeroso, también es el que más lo está pagando con la muerte. Las personas mayores exigen mayores cuidados.
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