Urgente Tormentas de lluvia y granizo descargan sobre Valencia: Previsión de Aemet para las próximas horas

En esta mi última columna del año recomiendo encarecidamente que vean, si disponen de la plataforma Amazon, la película de Kenneth Branagh 'Belfast'. Créanme, en ... medio de tanta locura, es un bálsamo para el espíritu, y no porque sea sensiblera o trufada de 'buenas intenciones' (bien al contrario, la historia transita por los años del terrorismo en aquella ciudad), sino porque representa el arte de contar historias con un profundo significado humano, y el mensaje es que, en medio de tanto odio, todavía se puede construir una vida con propósito si disponemos de gente que nos quiere y se preocupa por enseñarnos el mapa por el que transitar la vida.

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La cuestión es negarse a caer en el pozo del desánimo en el que nos meten reiteradamente los políticos, unos más que otros, para ser justo. Creo que una dolorosa verdad de nuestro tiempo es que se ha perdido la confianza básica implícita que había antes entre la clase política y la ciudadanía. Como es lógico, siempre ha habido una mirada de desconfianza entre gobernantes y gobernados, pero provenía más bien de la incógnita de lo que aquellos podrían hacer, una desconfianza que resultaba muy sana porque afilaba el ojo crítico hacia su gestión. Pero luego, escándalo tras escándalo, la situación es bien otra. El partido en el gobierno en España no se siente vinculado por ninguna promesa o acuerdo previo. Con la filosofía imperante de la conveniencia, el diálogo entre este y la ciudadanía ha desaparecido para ofrecer, en su lugar, una serie de eslóganes o 'nuevos relatos' que supuestamente hemos de creer sin protestar.

La situación no pinta mejor en otros países como el Reino Unido (que lleva desde el Brexit sin encontrarse, y que ahora recibe paradójicamente más inmigrantes que nunca), Francia, en equilibrio inestable permanente, o Estados Unidos, donde la sombra de Trump (es decir, del caos) se cierne sobre las próximas elecciones presidenciales. No hablo del resto del mundo, donde pasa algo muy parecido o simplemente dominan los sátrapas y las dictaduras. Esta desafección en las democracias occidentales, con todo, es la más grave, porque es en este continente donde radica la mejor esperanza de que se mantenga el frágil edificio de la democracia y el desarrollo humano y cultural. Con los graves problemas que esperan a la puerta, lo peor es justamente este desánimo colectivo. Los ciudadanos se desentienden, se contentan con votar y que la economía les permita vivir o prosperar un poco. Lo entiendo, pero deberíamos ser más exigentes para que los que nos gobiernen tengan la altura intelectual y moral necesaria para estos tiempos, en la que podamos confiar. Mientras tanto vean 'Belfast', y feliz año 2024.

Con los graves problemas que esperan a la puerta, lo peor es justamente este desánimo colectivo

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