En el interesante libro de Mariano Sigman 'El poder de las palabras' se afirma que todos somos escritores y editores de un relato en el ... que basamos nuestra identidad, o lo que es lo mismo, que mediante las historias que nos contamos y nos cuentan llegamos a tener la idea del 'yo': quiénes somos y cómo interpretamos el mundo. El libro es una apología de la conversación, una necesidad humana que cada vez resulta más difícil satisfacer. El hombre como especie surgió mediante la exigencia de la comunicación, porque necesitamos a los demás para todo: la sociabilidad fue lo que posibilitó el desarrollo del cerebro, y a partir de tener que ponernos de acuerdo y colaborar surgieron el comercio y las instituciones. Sin el diálogo nada de esto hubiera sido posible.

Publicidad

En el mundo en que vivimos el diálogo se ve continuamente amenazado. Dialogar no es lo mismo que hablar o mandar mensajes. El diálogo exige la actitud de escuchar y tomar lo que el otro dice como algo valioso de conocer. Es reconocer que la persona con la que hablo tiene cosas que decir y que seré tomado en cuenta en la medida en que le reconozca ese mismo derecho. Una de las bondades de la serie de televisión 'Morse', ambientada en el Oxford de los años 60 y 70 del pasado siglo, es que podemos acompañar al protagonista (un joven inspector de policía con una personalidad elusiva) en sus pesquisas por las calles de la vieja ciudad universitaria. Mediante la observación y el diálogo, que no siempre le resulta fácil, visita pubs y domicilios, camina bajo la lluvia, entra en abadías y recorre el campo, buscando hilvanar la historia correcta de lo que pasó, que siempre es la suma de los diálogos que pudo enhebrar junto a los detalles que fue capaz de aislar de las escenas donde sucedieron los hechos.

Pero decía que el diálogo está amenazado hoy desde diversos frentes. Las redes sociales son la antítesis de la conversación, porque se basa en el eslogan, el dogmatismo y la censura del otro. Mucha gente se aísla y solo habla por este medio, con el daño social y emocional subsiguiente. En muchas familias el rato de conversación que antes solíamos tener con los padres y hermanos ha casi desparecido en beneficio del chat con gente a la que probablemente nunca conoceremos realmente. Falta tiempo y una actitud favorable para el encuentro personal. En estado de sitio, la conversación auténtica retrocede ante la avalancha mediática del ruido informativo, muchas veces con una agenda oculta. Siempre he pensado que educar a nuestros hijos para que puedan conversar con sinceridad y profundidad es fundamental. Sin el diálogo la inteligencia no prospera y se marchita, abocada a vivir encerrada en sí misma.

Sin el diálogo la inteligencia no prospera y se marchita, abocada a vivir encerrada en sí misma

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€

Publicidad