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Lo que busca Feijóo es, en la cultura política actual de España, una misión imposible. Y, no obstante, buscar la complicidad del PSOE para gobernar ... es del todo lógico. Al fin y al cabo, son muchos millones de votos los que de manera clara y meridiana han refrendado en estas elecciones la voluntad de los españoles por la moderación, por no dejar España en manos de minorías extremistas. En un país con líderes políticos maduros y responsables llegar a un acuerdo por el bien de todos no debería ser un problema, sino una oportunidad para la gobernabilidad y el logro de metas importantes.
Pero como digo, esa estrategia racional y lógica (demos al pueblo lo que nos ha pedido en las urnas) es tan imposible como a priori lo son las misiones a las que debe enfrentarse Ethan Hunt con su equipo en cada una de sus apariciones en la pantalla, solo que los guionistas de la política son incapaces de escribir los actos de valentía y persistencia que permiten finalmente, a la Fuerza de Misión Imposible, conseguir el éxito a pesar de que todo parece perdido y que el fracaso o la muerte son inminentes.
Y no será porque Sánchez tenga que arribar en paracaídas a un tren en marcha, o bien descolgarse con ventosas por el mayor rascacielos del mundo. Para nada. Necesita de la ética y, eso sí, del coraje. De la ética para comprender que despreciar al PP para buscar el apoyo de Puigdemont (un fugado de la justicia española) y debilitar aún más al estado de derecho en beneficio del independentismo es una villanía y un desprecio profundo a la mayoría de los españoles. Del coraje, porque le exige abandonar la ambición de gobernar a toda costa y pensar no en él mismo (en lo que es especialista) sino en el bien común mayoritario.
Vale, es verdad que Feijóo, si hubiera tenido mayoría absoluta en los comicios, solo o en compañía de Vox, no hubiera hecho esa propuesta al PSOE, ya que el pueblo le habría concedido la potestad de actuar de ese modo. Pero tan legítimo hubiera sido esto como lo es la actual petición de llegar a un acuerdo, porque es esto último lo que se concluye como deseo mayoritario del pueblo de las pasadas elecciones. Que las minorías dicten la agenda nacional es una subversión de la democracia en su espíritu, aunque sea algo del todo legal. Pero esto es justamente lo que va a buscar Sánchez, hipotecar el bien de la gran mayoría para contentar a todos los desafectos de la nación española. Así que, por desgracia, tendremos que refugiarnos en el cine para vivir la experiencia de cómo un peligro abrumador puede ser combatido y vencido, aunque sea in extremis, por la Fuerza de Misión Imposible.
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