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¿Recuerdan la película 'La invasión de los ladrones de cuerpos'? Salvo que no les guste nada el cine es difícil que no la hayan ... visto, ya que desde la versión primera -y mejor, dirigida por Don Siegel-, aparecida en 1956, hasta la última, de tan solo unos años (con el título de 'Invasión'), ha habido otras dos versiones, siendo la de 1978 (interpretada por Donald Sutherland) también excelente. La trama es bien sencilla: una raza alienígena se propone conquistar la tierra mediante la replicación de todas y cada una de las personas que la pueblan. Para ello basta con que se desarrolle una vaina junto a donde vive el individuo y, una vez completada esta con el aspecto exacto al de la persona sustituida, pasará a colonizar su mente. El terror de la película es atmosférico: los seres queridos ven a los alienígenas con el aspecto de sus allegados, pero 'sienten' que no son ellos realmente.
Me acordé de esta película al escuchar el discurso que el vicepresidente de los Estados Unidos, el ínclito Sr. Vance, tuvo a bien dedicar a sus socios europeos esta semana, acusando a nuestro viejo continente de sofocar la libertad de expresión, dejando claro así su apoyo al partido neonazi alemán Alternativa para Alemania y su queja de que las democracias europeas coartan su libertad de expresión. Imaginé, entonces, que una persona cualquiera instruida y con sentido común hubiera salido de un coma largo, que no tuviera ni idea de quién era Donald Trump o Pedro Sánchez ni de sus acciones, y que escuchaba al vicepresidente alabar a un partido que sustenta una ideología contra la que miles de norteamericanos habían dado su vida generosamente en la última guerra mundial. Me lo imaginé oyendo a Trump hacerse amiguito de Putin y desafiar a México y Canadá, y amenazar a Europa, y no dar crédito.
Pero este mismo paciente estaría igualmente asombrado de saber que la líder de ese partido pronazi, homófobo y racista favorito de Musk y Vance (Alice Weidel) está casada con una mujer de Sri Lanka y que tiene con ella dos hijos, y no lo oculta. Su asombro continuaría al fijarse en España, y ver que un Fiscal General se dedica a borrar mensajes comprometedores y a actuar de modo servil con el gobierno que le puso. O que todo un presidente del gobierno se hipoteca frente a un partido que solo tiene siete escaños para no perder el sitio. ¿No pensaría que estos seres 'parecen' ser presidentes, vicepresidentes, fiscales, líderes de partidos, pero que en realidad no serían 'realmente ellos'? ¿Que, como en esa película, estamos siendo invadidos por los ladrones de cuerpos? ¿No saldría corriendo y gritaría, fuera de sí: «¡Dios mío, abran los ojos, son alienígenas! ¡Nos están invadiendo!?».
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