Puestos ya en modo verano, déjenme que les recomiende una serie de televisión que se pasó hace unos meses por Netflix y que, en mi ... opinión, es extraordinaria. Ahora que muchos de ustedes están en vacaciones, tienen la oportunidad de recuperarla, si no la vieron. Es 'Ripley', compuesta por ocho episodios, que adapta la novela de Patricia Highsmith para la pequeña pantalla 'El talento de Mr. Ripley', la cual ya fue llevada al cine en otras dos ocasiones ('A pleno sol' y 'El talento de Mr. Ripley', esta última la más conocida, con Matt Damon como protagonista). Su director y guionista es Steven Zaillian, el guionista de 'La lista de Schindler', y sus intérpretes son un lujo, sobre todo Andrew Scott en el papel de Ripley y Dakota Fanning en el de Marge, la novia de Dickie. No quiero destripar nada, así que solo diré que Ripley es un estafador que llega a tomar medidas extremas cuando se ve obligado a ello. La serie tiene mucho mérito tanto en su forma como en su contenido.
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En su forma, el guionista y director se toma su tiempo en estudiar psicológicamente a los personajes, lo que nunca es tedioso porque se sirve de los exteriores de Italia como un fondo espectacularmente hermoso y trágico donde la trama avanza sin descanso pero pausadamente. Yo les ruego que no se dejen llevar por el ritmo frenético de las modernas series, donde todo ha de sucederse con ritmo vertiginoso y muchas veces a la vez. Disfruten de la fotografía, de cómo la historia avanza a medida que vamos estudiando las cosas que hacen o dicen los personajes, la mayor parte de las veces, muy inquietantes.
En su contenido, la serie es la más fiel a la novela original, y de este modo refleja el gran valor sociológico de esta, porque sabe caracterizar el nacimiento de una época: la sociedad del consumismo y el crecimiento (años 50-60) y, con ella, del tipo de persona más capaz de medrar en ella, hasta tal punto que se convertirá en modelo para futuras generaciones. Me refiero al estafador y embaucador, al que vive de aparentar, fingir y engañar, con rasgos claros de psicopatía (sin empatía, moral o sentido de culpa). Andrew Scott hace un Tom Ripley extraordinario: su mirada vacía es incapaz de ver más allá de lo que él precisa y anhela; sabe, sin embargo, ser convincente, y de este modo puede sortear obstáculos y peligros. Este es el modelo literario que iluminó con presciencia al gran enemigo de nuestra época, sobre todo en el mundo de los negocios y la política, aunque a costa de hundirnos en la miseria, porque nuestro gran adversario es el que dice que viene a salvarnos pero consigue lo contrario. No se la pierdan.
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