Muerte de una educadora social
El homicidio de la educadora social Belén Cortés el pasado mes de marzo ha dejado distintas reflexiones. Por ejemplo, que los educadores no estén trabajando ... solos, como es ahora habitual por la existencia de turnos rotatorios, pensados para que con poco personal se pueda cubrir la asistencia de todo un día, siete días a la semana. Otras reclamaciones fueron mejorar las medidas de seguridad y reforzar el abordaje técnico de menores que presenten «perfiles complejos», un eufemismo que entiendo que hace referencia a menores capaces de matar a alguien. También ha habido críticas a la Ley del Menor, pero esto es lo habitual.
En realidad, la Ley del Menor establece dos cosas. La primera es que los jóvenes infractores de 14 a 18 años serán juzgados por una ley diferente al código penal, porque se estima que son seres en proceso de formación, y no se les puede exigir la misma responsabilidad que a un adulto. Como todo criterio que se basa en una convención la realidad no es tan simple, porque es evidente que hay jóvenes de 20 años con la madurez propia de alguien de 15, y al revés, hay chicos de 15 con una determinación antisocial que no tienen los de 20 años, depende de su personalidad y del ambiente en el que han crecido. Un punto a discutir es si los que tienen más de 12 años, pero menos de 14, deberían ser considerados también penalmente responsables, ya que en la actualidad (se diga lo que se diga) apenas reciben una respuesta por parte del Estado, salvo si están en una situación de desprotección.
La segunda cosa que establece es, por desgracia, la que pocos se detienen a mirar. En su planteamiento está la idea central de que es necesario dar una respuesta educativa acorde con las necesidades que presentan en materia de desarrollo personal y social pero también atendiendo al riesgo de cometer delitos que presentan. Belén Cortés estaba sola con dos jóvenes que, por lo que sabe, eran claramente reacios a seguir las normas y valores de la sociedad. El de 14 años había apalizado a su padre, estaba claro que vivía para satisfacer su egocentrismo, el de 15 era un delincuente recalcitrante. Ambos estaban viviendo en un chalet, sin mayores medidas de seguridad que la vigilancia que pudiera realizar la educadora. Belén, que no les tenía miedo, nunca pensó que su vida corría peligro. Hasta que no se entienda que reeducar a los delincuentes juveniles es un trabajo muy complejo y serio, que exige recursos y estudios individualizados 'de verdad' y protocolos de actuación acordes a ese estudio, las cosas no cambiarán. Estaba claro antes de que mataran a Belén que esos chicos necesitaban una educación diferente de la que ella podría proporcionarles en el chalet.
Necesitaban una educación diferente de la que Belén podría proporcionarles en el chalet
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.