La semana pasada un columnista de El País escribió un artículo de opinión en el que se interrogaba por el «viraje hacia la derecha» de ... intelectuales que en el pasado habían gozado de gran prestigio. Mencionaba a Fernando Savater, Félix Azúa e incluso al que fuera durante muchos años director de ese periódico, Juan Luis Cebrián, aunque supongo que también podría haber incluido tranquilamente a Albert Boadella, de haberlo recordado. Su tesis era bastante sencilla: de la misma manera que iconos del socialismo como Felipe González y Alfonso Guerra, que llevan muchos años apartados del poder, han criticado al actual gobierno, estos intelectuales 'renegados' no han podido soportar su pérdida de influencia en la sociedad, como los exdirigentes del PSOE lamentan no tener ya ningún peso en la Moncloa.
Publicidad
Me quedé perplejo. ¿Es todo una cuestión de añorar pasadas glorias? ¿De verdad que Savater y Boadella -por citar solo a ellos-, tras toda una vida a la cultura, enfrentándose a los asesinos y sus secuaces (Savater) o a los censores de la libertad (Boadella), han abrazado posturas «reaccionarias» porque se sienten actualmente ninguneados por el actual aparato del PSOE? Yo, más bien, pienso justo lo contrario. Que lo que los ha llevado a alzar la voz con tanto ímpetu es, precisamente, la ausencia de principios éticos que reina en el gobierno actual y sus correligionarios. Si no fuera tan patético, el asunto tendría hasta gracia, porque cualquiera que escuche o lea lo que dice Savater ahora (con la natural discrepancia que uno pueda tener sobre algún tema en particular) sabe que es del todo fiel a lo escrito en su ya larga trayectoria. Y Boadella dejó muy claro en sus tiempos de Els Joglars y en toda su obra posterior que el pensamiento único y la defensa a ultranza de la tribu por encima de la igualdad y la libertad han sido el objetivo permanente de su sátira.
Así pues, se trata de seguir con el mantra de esta izquierda «progresista» de salón que tiene a Pedro Sánchez como sumo sacerdote, como hombre-genial-intocable al que no se puede reprochar nada en lo humano: todo lo que no coincida con el libro de Sánchez es 'regresivo' y rechazable. Me recuerda este paripé del relato socialista al cuento de Hans Christian Andersen del emperador: los nobles, los sastres y todos cuantos tienen que ganar algo se apresuran a alabar su traje. En el cuento es un niño quien se atreve a decir la verdad, porque no tiene ningún interés en juego. Un ejemplo: la amnistía va a ser un instrumento de paz social para España. Vale. ¿Y qué es lo que pasa en realidad? Pues una crisis de la vida cívica brutal. Pero los palmeros no se apean del mantra. No sea que se diga que el emperador está desnudo.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.