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El fallecimiento de Alexéi Navalny era algo esperable, aunque el mismo Navalny no quería pensar en ello. Tal y como puede verse en la estupenda ... película documental del mismo título, el opositor ruso, desde una sede segura de Alemania, creía que Vladímir Putin no iba a ser tan torpe como para matarlo una vez que regresara a Rusia. Él había probado ante todo el mundo que fueron los servicios secretos del Kremlin los que planearon con todo detalle y llevaron a cabo su envenenamiento años atrás cuando se trasladaba en un avión desde Siberia a Moscú. Esa exposición pública del intento de asesinato ordenado por Putin -creía Navalny- pondría a este último en el disparadero de la opinión pública mundial si se atrevía a acabar con su vida.

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Por desgracia, es ya bien conocido que este hombre valiente se equivocó de medio a medio. Putin, como buen tirano, no tuvo reparo alguno en hacerlo detener en cuanto Navalny puso un pie en Rusia. Al dictador no podía importarle menos la opinión pública o su imagen exterior, como lo probó hace dos años cuando inició la guerra contra Ucrania. Solo que esta vez fue más sofisticado: no hacía falta asesinarlo clandestinamente, toda vez que iba a ser un 'huésped' permanente de las cárceles rusas. El plan era someterlo progresivamente a una vida carcelaria más dura, ordenar a los jueces la imposición de nuevas condenas de prisión por delitos inexistentes y quebrar su cuerpo y su alma poco a poco. En mi opinión a Putin se le acabó la paciencia. Navalny mantenía contacto con el exterior mediante filtraciones digitales y testimonios de sus abogados, recordando al mundo que mientras tuviera vida seguiría denunciando a Putin y a su camarilla de oligarcas. Así que el dictador ruso lo envió a un penal ártico para que pudieran matarlo de frío, de una paliza, de una enfermedad no tratada o de una combinación de lo anterior.

Cuando supe que Navalny iba a regresar a Rusia después de haber sobrevivido por los pelos a su intento de asesinato recuerdo que me quedé atónito. ¿Está loco? En Europa podría ser un portavoz de la causa contra Putin y tener una vida junto a su familia, ¿por qué regresa a Rusia donde le espera como mínimo una larga estancia en la cárcel y posiblemente la pena de muerte? En el tiempo transcurrido, donde conocimos las declaraciones que hizo desde su encierro y las que han ofrecido sus allegados después de su muerte, he hallado la respuesta. Navalny era el tipo de persona que amaba a su país, que creía que Putin era solo una anomalía que había que superar, y que estaba dispuesto a sacrificarlo todo por la causa de la libertad. Ha habido otros como él en la Historia. Los llamamos héroes.

Cuando supe que Navalny iba a regresar a Rusia recuerdo que me quedé atónito

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