Secciones
Servicios
Destacamos
Mi compañera de esta sección de Opinión, Rosa Belmonte, lo describió a la perfección en su columna del miércoles, en relación con el ya famoso ... beso de Rubiales a Jenni Hermoso: «un patán». De acuerdo con el diccionario, un patán es alguien «zafio y tosco», o sea, vulgar, sin modales apropiados. Todo lo que protagonizó Rubiales después de la conquista del título de campeonas del mundo lo hacen acreedor de ese adjetivo: su gesto tocándose la entrepierna en el palco (en presencia de la reina y la infanta y otras autoridades); por supuesto, el beso impuesto en los morros ante toda la audiencia repartida por todo el planeta; la posterior declaración a la COPE donde, con ínfulas chulescas, reivindicaba la 'normalidad' del hecho, y finalmente la posterior emisión de un vídeo donde una supuesta petición de disculpas parecía cualquier cosa menos el reconocimiento sincero de su error.
Sánchez le afeó incluso esa aparente rectificación, señalándole implícitamente la puerta de salida, y por una vez estoy de acuerdo con el presidente. Pero Rubiales hará todo lo posible por aguantar, de eso no hay duda. Se le ve feliz con el poder de que dispone, y en su conversación habitual se aprecia un tono 'espontáneo' impropio de un cargo como el que ostenta. Al margen de algunos chanchullos que figuran en su currículum (uno de los cuales está siendo investigado actualmente con motivo de un viaje que realizó hace años a Nueva York con gastos pagados por la Federación y con objetivos poco claros), tenemos que insistir en el sencillo principio de que todo representante público ha de exhibir dos cualidades: competencia en el cargo y una conducta digna.
Por desgracia ambos requisitos suelen ser poco habituales; que nos hayamos acostumbrado a esa indigencia no significa que la debamos aprobar; al revés, hemos de protestar una y otra vez, en la esperanza de que los aspirantes a cargos públicos se lo piensen dos veces antes de ofendernos por lo que hacen y lo que muestran en el desempeño de sus cargos. Y subrayo esto último: cada uno en su casa que haga lo que quiera, pero otra cosa es que nos den de bofetadas cuando realizan su trabajo pagado por todos.
He disfrutado viendo este mundial de chicas. No he visto escupitajos, choque intimidante de cabezas como las cabras, entradas siniestras, actos despectivos ante las compañeras o el público. He visto lo hermoso que puede ser el fútbol cuando se practica bajo el principio de intentar jugar bien respetando en todo momento al contrario. Se ha demostrado que se puede jugar bien sin hacer del partido una batalla de egos y de gestos zafios; quien representa a la mejor selección del mundo no puede ser un patán.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.