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El artículo escrito por Belén Hernández ayer en LA PROVINCIAS acerca de las sectas que operan en la Comunitat Valenciana merece toda nuestra atención. Todos ... tenemos en el recuerdo la odisea que pasó la ilicitana Patricia Aguilar y su familia para recuperarla después de que la joven sucumbiera ante los encantos seudomísticos del gurú peruano Félix Steven Manrique. Tuvo que pasar casi dos años para que pudiera regresar a casa. Eso sí, lo hizo con un bebé y con la experiencia de vivir situaciones de privación extrema (vea el estupendo documental que emite Disney, '548 días'). Que un auténtico fracasado como Manrique, que en toda su vida no hizo nada útil, pudiera seducir a una joven inteligente de una familia del todo normal (más allá de los problemas por los que atraviesan muchas familias en su convivencia), nos revela en qué medida existen personas susceptibles de creer cualquier patraña con tal de encontrar lo que anhelan.

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¿Qué es lo que busca la gente en una secta? En el reportaje de Belén Hernández, el experto Miguel Perlado señala que el común denominador de las víctimas es que se trata de «personas fácilmente manipulables, sumisas, obedientes y que no cuestionan la autoridad del líder», de tal modo que caben aquí perfiles de gente variados, desde «jóvenes universitarios con una mentalidad idealista e inconformista hasta aquellas personas que ya han tenido con anterioridad relaciones de dependencia, ya sea de tipo sentimental, sexual o de abuso de sustancias». También nos cuenta que, tras la pandemia, han aumentado las sectas, que en la actualidad no se estructuran tanto como antes sobre temas religiosos (el líder como delegado o reencarnación de Jesucristo); en su lugar, dominan «aquellas que tienen que ver con la espiritualidad y con la sanación».

No me cabe duda de que lo que señala Miguel Perlado es del todo cierto, pero creo que la pregunta fundamental que subyace a la proliferación de las sectas (más de sesenta sectas, solo en nuestra Comunitat) no se contesta solo por las razones anteriores. Detrás de esa vulnerabilidad hay, como escribió Viktor Frankl, un vacío existencial, una pérdida del sentido o propósito que debe guiar la existencia de cualquier persona. El documental sobre Patricia Aguilar da a entender que la muerte de su tío y la depresión de su madre dejó a la joven en un estado mentalmente frágil, lo que es cierto, pero si uno presta atención se da cuenta de que el problema que tenían tanto Patricia como su madre era que la vida para ellas ya no tenía sentido. Cuando olvidamos qué espera la vida de nosotros y abdicamos de la responsabilidad de actuar con un propósito, aparece el 'iluminado' para llevarnos a su mazamorra.

Son fácilmente manipulables, sumisas, obedientes y no cuestionan la autoridad del líder

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