Pues parece que la gente no es tan tonta como muchos dicen o quieren creer. Resulta que buena parte de los españoles que fuimos a ... votar no nos tragamos las ofertas de última hora tipo mercado persa que Sánchez y los suyos nos hicieron llegar para que les siguiéramos manteniendo en el poder; es el hecho más importante de las pasadas elecciones. Que les hemos dicho que paren ya de organizarnos la vida como si fuéramos mentecatos. Que no nos condenen a tener que comulgar con su libro de 'progresismo' so pena de excomunión de la democracia; que estamos hartos de que se nos presenten como los paladines de la libertad y la buena conciencia cuando todos estos años su única agenda ha sido pactar con el diablo con tal de mantener el poder. Que gente que en su vida ha demostrado nada en el mundo laboral o intelectual se haya dedicado con total desvergüenza a saquear la convivencia con algunas leyes profundamente imperfectas que no han hecho sino dividirnos y enfrentarnos, sin que se vea por ningún lado sus beneficios, salvo para los delincuentes y los okupas.

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Claro que no todo ha sido malo, faltaría mas. Pero más allá de la gestión, la gente se ha dado cuenta intuitivamente de que Sánchez y su cohorte encarnan el lado más lamentable de la política, el del todo vale con tal de sobrevivir, sin que la ética tenga papel alguno en el logro de esa ambición. El rechazo ha sido visceral, de puro hartazgo. Un grito unánime que podría interpretarse como «ya no aguantamos más que ustedes digan lo que es ser buen o mal ciudadano, demócrata o reaccionario». Es una ironía solo al alcance de este progresismo de pandereta que estemos viviendo un clima de coacción mental digno del mejor franquismo.

Y en la Comunitat, ¿qué decir? Valencia es mucho más que emprender la guerra al coche y mandarnos a todos a correr en la 'volta a peu' domingo sí domingo no. Hay muchas cosas que mejorar en la educación (¡esa guerra contra el castellano, del todo incomprensible!), como lo demuestra que estamos en la parte baja de las regiones de España (que a su vez está en la parte baja de Europa) en comprensión lingüística. Y en limpieza... ¡por favor!, da pena pasear por muchas calles de Valencia. Y en vivienda... y en tantas otras cosas, por no hablar de barrios encomendados a su suerte. Pero Puig ha pagado sobre todo los platos rotos de Moncloa y de Podemos-Compromís: el maquiavelismo de Sánchez y el 'trágala' del ideario sectario de los segundos. En resumen: no hemos visto ni más eficiencia ni más moralidad en este progresismo, que ha resultado ser de pandereta.

Sánchez y su cohorte encarnan el lado más lamentable de la política, el del todo vale con tal de sobrevivir

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