Por cuestión de mi profesión he tenido muchas conversaciones con pedófilos, algunos más violentos y otros menos; unos más cultos, con buenos ingresos, y otros ... en una situación de más marginalidad, intelectualmente más precarios. Los primeros suelen ser intrafamiliares, o bien satisfacen su pulsión sexual desviada con menores que están a su alcance y respecto a los cuales ostentan una posición de autoridad, como maestros, religiosos o entrenadores deportivos. Los segundos suelen ser extrafamiliares, y se dedican a asaltar a niños en la vía pública, normalmente tras haberlos llevado a un lugar donde esperan no ser interrumpidos. Estos últimos generan más temor en el público, porque toda la acción delictiva tiene un fuerte componente de violencia y se aviene bien a la imagen del depredador que recorre las calles en busca de una presa a la que someter y vejar. El llamado 'pederasta de Ciudad Lineal', en Madrid, es quizás el ejemplo de este tipo de agresor sexual de menores que causó un gran temor a mediados del decenio pasado y cuya detención puso a prueba a la Policía Nacional.
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A pesar de esto, las estadísticas son claras: la mayor parte de los pedófilos son familiares, conocidos o relacionados con labores de formación de los niños. Esto último tiene todo el sentido del mundo, porque los pedófilos extrafamiliares toman muchos riesgos, 'se la juegan' en cada agresión y es muy raro que no acumulen varias condenas de prisión si no logran controlarse (como el pederasta de Madrid). Esta es la razón por la que se ha incrementado tanto la pedofilia en internet, un escenario donde el riesgo es mucho menor, a pesar de los avances de la policía informática, porque solo se puede rastrear una parte pequeña de todo el tráfico pedófilo existente. En cambio los agresores de niños con los que se tiene una relación previa de confianza confían en que sabrán arreglárselas para que el niño no se dé cuenta de lo que está realmente pasando o, si se da cuenta, no tenga el valor para denunciarle, sea por miedo o por el vínculo emocional con el agresor.
Muchos de estos pedófilos son también detenidos, porque al final se dejan llevar por sus impulsos y no miden lo que hacen, desatendiendo su estado opaco ante la ley, pero lo son muchas veces después de acumular muchas víctimas o abusar a unas pocas durante muchos años, o ambas cosas. El caso del entrenador de atletismo de La Eliana es un caso manifiesto de actuación 'kamikaze': después de abusar de su hijastra y descararse ante sus alumnas, las probabilidades de que quedara impune eran igual a cero. Lo he visto muchas veces: llega un momento donde su pulsión nubla su inteligencia, se creen invisibles, y eso les pierde.
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