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Cualesquiera que fuesen los errores o políticas inadecuadas seguidas por el estado de Israel en el pasado, nada justifica el horror de lo que hemos visto estos días. Como dijo un miembro del ejército israelí, aquello no tenía que ver con una guerra: los niños ... ejecutados, incluso bebés, a sangre fría, junto con sus padres; el tiroteo indiscriminado sobre las personas que asistían a un concierto; el secuestro súbito de familias enteras... Una pesadilla que recordaba los pogromos de la II Guerra Mundial a cargo de los nazis, reflexionaba el militar. Y así es: no se veía nada igual, un odio tan feroz hacia el pueblo de Israel, una masacre colectiva, desde los tiempos del Holocausto. Cualquier persona con un mínimo de sensibilidad ha de condenar forzosamente toda esa barbarie.
Pero esto ha estado lejos de ser así. Ya han salido raudos los 'progresistas' diciendo que «se lo tenían merecido», que son muchos años de sufrimiento de los palestinos; cuando no abiertamente ha habido manifestaciones en diversos lugares del mundo donde la nota dominante era de alegría. «Ahora nos toca a nosotros», venía a ser el 'meme' compartido. Pero si uno fuera a buscar las raíces de por qué Israel ha cerrado la franja de Gaza por su lado habría que buscar que desde 1948, el año fundacional, Israel se ha visto obligado a convivir con muchos regímenes que niegan su derecho a existir, y eso son palabras mayores. Porque si se niega la mera existencia del país, las bases para la paz son casi inexistentes. ¿Cómo obrar si un enemigo declarado vive a tu lado? ¿No fueron raudo Suecia y Finlandia a buscar el refugio de la OTAN cuando vieron las orejas del lobo?
Esta debacle que ha permitido a Hamás convertirse en un terrorismo despiadado, cuya presencia en Occidente sería intolerable (sus líderes son igual de fanáticos que el ISIS) a pesar de las soflamas de la izquierda (ay, diputadas de Podemos, que si vivieran allá serían esclavas sumisas... ¿pero qué defienden?) también nos ilustra el debacle interno del propio estado de Israel, sumido en luchas internas agotadoras, con fracturas gravísimas que enfrentan dos mundos: el ortodoxo y el liberal, lo que ha provocado su debilidad, olvidando que sus enemigos ganan con cada gota de división que procede del interior del país. El antisemitismo es muy antiguo y ha sazonado un odio ancestral en muchos lugares del mundo. Israel no tiene solo enemigos en Oriente Medio. Sin ir más lejos, recordemos el exabrupto «contubernio judeo-masónico» del franquismo. Se olvida lo esencial: que Israel es la única democracia en esa tierra bíblica, y sus enemigos, Hamás e Irán, buscan destruirla porque su derrota es también un bastión para sus reinos de terror.
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