Secciones
Servicios
Destacamos
Leo en un artículo publicado por A. Rallo en LAS PROVINCIAS que la menor abusada por el exmarido de Mónica Oltra, Teresa Tanco -ya mayor ... de edad, no cuando sucedieron los hechos- no ha terminado con sus problemas, a pesar del amparo de los tribunales, porque el Tribunal Supremo acaba de confirmar la sentencia que anteriormente impuso la Audiencia Provincial al agresor sexual de Teresa: cinco años de cárcel. Es un alivio para ella, desde luego, pero probablemente todo este suceso es más un recuerdo o una anécdota (dolorosa, pero fugaz en una vida que se consume rápido) que otra cosa; de hecho, ha dicho que no recuerda muchas cosas. Y sí: ahora hay problemas más urgentes; la joven tiene a su vez una causa pendiente con la justicia, una supuesta estafa por internet. El fiscal pide menos de dos años de privación de libertad, así que, aunque sea condenada, no pisará la cárcel.
Pero este no es sino otro obstáculo más en su vida. Teresa representa bien el tipo de vida que han de sobrellevar muchos de los chicos y chicas que pasan años trascendentales en los Servicios Sociales. Ya tiene dos hijos, pero los ha tenido que donar en adopción. Rallo escribe que no tiene los mínimos recursos económicos para atenderlos, y que no cuenta con ningún apoyo familiar. Los trabajadores sociales hacen lo que pueden, pero muchas veces es poco ante la pesada mochila de la precariedad social y humana que arrastran desde años. Una prueba de ello es que los jóvenes adultos que están en la cárcel tienen con frecuencia antecedentes de haber pasado por los servicios sociales, y tiene todo el sentido: del mismo modo que de las mejores casas salen los alumnos más distinguidos, de las peores salen los mejores candidatos para la marginación o el delito.
En esta España tan ufana de que se pueda hablar el catalán en las instituciones españolas (pagado el servicio con el dinero de todos, faltaría más), que no recata gastos en multiplicar los altos cargos y los asesores, hay una verdad incómoda: la que se inicia en el fracaso escolar y culmina con la pobreza y la calle o la cárcel. Nada que ver con la España del 'Falcon' y las célebres leyes estrella que van a arreglar los problemas de un plumazo. La realidad es tozuda, y del mismo modo que la violencia de género no acabará porque una ministra lenguaraz acuse a los jueces de ser machistas, los graves problemas de un sector de nuestros jóvenes seguirán estando ahí hasta que no se comprenda que hay un río subterráneo que une a toda expresión de violencia y de marginación, a pesar de los discursos oficiales.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.