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No es cierto que cada vez que se agudiza la sequía, hasta merecer de nuevo el resucitado calificativo de pertinaz, se repitan estrictamente los mismos ... parámetros y similares conclusiones y recomendaciones: ahorro, hacer 'los deberes', mejorar el reparto del agua escasa, evitar pérdidas, racionalizar regadíos, acometer «un gran pacto sobre el agua»..., incluso reivindicar trasvases o negarlos, según desde qué posición política y geográfica se hable. No es ya lo mismo porque ahora se lanzan las culpas de todo al cambio climático, que es lo más fácil, y como nadie tiene a mano la ruedecilla que regule de inmediato la intensidad de la gran causa global, todo sigue igual, pero queda eliminada la responsabilidad técnica del gobernante, de quien tenga el poder, al nivel que sea, de acometer algo que sirva de verdad para mitigar la cuestión. No sólo ayudas o exenciones fiscales, sino obras, actuaciones físicas, como ha hecho siempre la humanidad para superar problemas y carencias.
Pero lo más sorprendente de todo es que andemos a la greña entre regiones con abundancia o escasez de agua, resucitando viejas guerras que no se resuelven, y en realidad se discute sobre lo escaso para todos y no se ve dónde puede haber mejor remedio. Como todo el mundo sabe, en el norte llueve más que en el sur y por tanto las existencias de agua suelen ir parejas, pero cuando la situación viene más apretada, como ahora, también se resiente el asunto en el norte y acabamos hablando de cómo repartir pobrezas. Extraña sobre todo que no se mire algo más allá: a Portugal, adonde van a parar y desembocar los grandes ríos que cruzan la mayor parte de España y llevan hasta allí caudales de sobra que recogen aquí.
El gran pacto que se propone debiera ser internacional: un Plan Hidrológico Ibérico, porque hablamos de aguas internacionales, con transferencias de caudales que se rigen por un viejo tratado internacional, y la realidad exige un nuevo entendimiento entre los dos países para repartir familiarmente lo que hay, que es suficiente para todos. No puede ser que el Guadiana esté casi seco en España pero mantenga lleno el mayor embalse de Europa (Alqueva), que está en Portugal, mientras al lado pasan sed agricultores de Huelva y el Parque Nacional de Doñana. Pero además, como todo va encadenado, si el Guadiana está tan parco en La Mancha, crece la exigencia de que le envíen agua desde la cabecera del Tajo, lo que merma más aún el trasvase al Segura y resucita viejas demandas de socorro a partir del Júcar, y eso ya nos pilla de lleno en tierras valencianas, mientras el Tajo tiene que rendir buen caudal en Lisboa y el Duero es navegable hasta Oporto.
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