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El nuevo conseller de Agricultura, José Luis Aguirre, ha anunciado una línea de ayudas para los agricultores cuyas explotaciones sufran daños causados por animales salvajes, ... lo que ha generado una amplísima aceptación en el sector. Ya era hora, se comenta en los pueblos; porque es un problema generalizado, que va a más y que provoca pérdidas cuantiosas, y, lo que es peor, una creciente desmoralización entre los agricultores, que se ven imposibilitados de hacer algo para protegerse. Es tan grave este problema que se está convirtiendo en causa de abandono de cultivos, porque es un factor que determina pérdidas de rentabilidad y encima viene ocurriendo ante la incomprensión de los poderes políticos que deberían haber tomado ya medidas de corrección. La absurda realidad es que todos se llenan la boca para hacer ver o disimular que les preocupa la cuestión; se multiplican las denuncias por el despoblamiento rural, los lamentos ante la 'España vacía', y se suceden promesas de grandes planes para poner remedio. La lástima es que luego esa voluntad teórica se acaban limitando a lo de extender la banda ancha, porque en el fondo, los urbanitas militantes sólo aspiran a llegar a lugares apartados que estén limpios y con cobertura. Lo de la fauna salvaje, pues sí, vale, qué lástima, ¿no?, pero también hay que mimar la biodiversidad, ¿sabe usted?; y además, que nos estamos haciendo veganos. Mientras, la sobrepoblación de animales que causan estragos en las explotaciones agrarias va exclusivamente a la cuenta de los productores, que pierden los productos y el buen ánimo, y como no llegan a final de mes, lo acaban dejando. Haya o no banda ancha.
Por eso es importante este anuncio del conseller Aguirre, aunque tenga aún algo de improvisado, por la premura, al principio de su mandato. No sabemos aún con qué presupuesto contará, pero bueno sería empezar. El mayor valor está en su reconocimiento de la gravedad del problema y la decisión de que es menester actuar. Ya supone una inyección de esperanza; después hay que estar atentos al desarrollo de normas, seguir procedimientos administrativos, exigir dotación económica... Pero de partida está bien contar con una declaración que reconoce lo que está ocurriendo, sin relativismos: jabalíes, conejos, corzos, cabras, ratas... se nos comen los cultivos y los afectados no pueden hacer nada con sus medios para frenarlo. Así que, o cerramos el campo y que sea todo selva para safaris, o ponemos freno para no quedarnos sin comida, sin empleos y sin paisajes que al final se los llevaría el fuego. Incluso en el caso, bastante probable, de que al principio pongan poco dinero, abrir la ventanilla a tales peticiones de ayuda ya significará una carga informativa que dé noción clara a todos los niveles públicos de la envergadura del desastre.
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