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En un nuevo ejercicio de despotismo ilustrado, Frans Timmermans, vicepresidente holandés de la Comisión Europea y máximo responsable del Pacto Verde y la estrategia 'De ... la granja a la mesa', ha salido al paso de los crecientes temores que despierta en el campo la aplicación de las políticas de ecologismo radical que propugna, para insistir en que lo suyo es lo mejor que nos puede pasar. Da igual lo que piensen, argumenten y cuestionen otros, en este caso la inmensa mayoría de los agricultores y ganaderos de toda la UE, sumidos en una crisis de precios y rentabilidad que ven agravarse con un mar de incertidumbres en perspectiva.
Al viejo estilo de siempre, cuando impera el trato de salón y la utopía de moqueta, el señor Timmermans ha sentenciado: «A veces oigo que estas propuestas van en contra de los agricultores. No es así. Están aquí para ayudar a los agricultores... Precisamente para revertir la tendencia negativa, la Comisión Europea ha presentado propuestas como la Ley de Restauración de la Naturaleza o la orientada a reducir el uso de plaguicidas».
Traducción práctica de tales postulados: Para el campo, pero sin el campo. ¿Qué sabrán los profesionales del campo? Aquí están los iluminados de turno para dar lecciones.
La realidad es que las duras normativas que cercan las actividades agrarias en la UE y las dejan sin herramientas para producir con normalidad suponen ya un lío monumental de restricciones y burocracia, y, conforme vienen avisando los propios actores del campo, caerá de forma drástica la producción de alimentos, lo que encarecerá los precios y nos hará depender de países terceros, al precio que sea, con la calidad que sea.
Lejos de ser la solución para los problemas exagerados que plantean Timmermans y los suyos, se va a derivar en un caos a lo grande. Ya se ve venir. EE UU, Brasil y otros países se preparan para vendernos lo que dejaremos de producir. Y en ámbitos empresariales y científicos ocurre algo muy preocupante: todos callan de puertas afuera y aparentan asumir con fervor las pautas de Bruselas, porque están en juego subvenciones y relaciones clientelares, pero en privado se expresa un estupor generalizado y se reconoce que habrá serios problemas. Está vigente el triste resultado del 'laboratorio' de políticas ecologistas en Sri Lanka, que derivó hace poco en una hambruna y la quiebra del país.
Quizá todo ello junto ha propiciado que la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, haya cambiado el rumbo y hable de frenar algo en las políticas verdes y reconducir algunas premisas y exigencias radicales. Y de ahí que el 'ilustrado' Timmermans se vea impelido a multiplicar sus soflamas.
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