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Javier Lambán, ex presidente socialista de Aragón y en buena medida disidente de la actual dirección del PSOE, se explicaba en el programa 'Más de uno' de Onda Cero sobre su libro 'Una emoción política', sus memorias políticas, deslizando críticas y sutiles puyas («Estamos hartos ... de que la política nacional se reduzca al triángulo Madrid-Cataluña-País Vasco»). Respondía con desparpajo y aparente sinceridad a las preguntas de Carlos Alsina, director del programa («Sánchez es un hombre de carácter... Me considero representante de la ortodoxia del PSOE, pero esa ortodoxia está en minoría desde hace tiempo... No eché en falta a nadie en la presentación del libro...» Se refería a Sánchez y otros dirigentes del partido, que no fueron, ni les esperaba, y que ya tenían previsto sancionarle tras ausentarse del Senado para no tener que votar a favor de la amnistía a los 'indepes'. Sí que fueron Alfonso Guerra y Felipe González, quien se atrevió a decir que «si sancionan a Lambán me sancionan a mí». Al final le han impuesto una multa de 600 euros, que no es mucho ni poco y que asume con resignación.
En dicha entrevista, Lambán, insistió en su férrea defensa de «España. España, España...» con referencias al necesario entendimiento, la solidaridad, los ejemplos de la Transición, dejar de lado ideas y conductas contrarias a la unidad... Ya saben, todas esas cosas que configuran actitudes políticas responsables, deseables, de comprensión mutua... Defendía a Aragón, por supuesto, y desde su defensa aragonesa apelaba a la defensa de España. Hasta hizo una incursión en la conveniencia de construir las obras hidráulicas que sean necesarias, citando, por ejemplo, que a él mismo le llevaron en brazos, cuando tenía muy poca edad, a la inauguración de un canal de Aragón, que presidió Franco, para advertir a continuación que todo aquello se había iniciado en tiempos de la República, con Indalecio Prieto (PSOE) de ministro de Obras Públicas.
Ahí fue cuando aprovechó Alsina para lanzar una pregunta clave: «¿También un trasvase a Levante?» (desde Madrid estas tierras del Este peninsular siguen siendo el Levante, a veces falsamente feliz, y por más que nadie hable también de Poniente). Ah, eso sí que no. Lambán se escabulló enseguida: «lo que sea, dentro de la misma cuenca hidrográfica, no fuera». O sea, que al final, lo de siempre: España, España, España..., pero el agua es sólo mía y a ti no te doy. Vino a la memoria un lance con familiares zaragozanos, cuando, entre risas y bromas, de repente surgió en la sobremesa lo del Ebro; se pusieron serios y sentenciaron: «Ni gota». ¿Ni siquiera un poco de la que se pierde en la desembocadura? «Ni un cubo de agua». Y ni llamaron ya para la boda de la prima.
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