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Según estadísticas de la Comisión Europea, en 2022 se desperdiciaron en la UE unos 132 kilos de alimentos por habitante. Una cifra sorprendentemente elevada que abarca no sólo la comida que a cada cual se le echa a perder en casa por descuidos o lo ... que sea, sino también lo que corresponde a restaurantes, cadenas de comercialización y la fabricación de procesados, e incluye la producción primaria (lo que se pierde en el campo), teniendo en cuenta tanto las partes comestibles como las no comestibles. La estimación total es de 59,2 millones de toneladas de residuos alimentarios anuales, sobre los que se despliega un creciente empeño por aprovecharlos mejor, porque implican muchos recursos (agua, fertilizantes, fitosanitarios, combustibles...) que se invierten en producir para diluirse en la nada.

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Y es en este último punto en el que se debería estar prestando ya atención desde el sector agrario, porque se está viendo ya cómo apuntan las orejas del lobo y sería conveniente que se acudiera cuanto antes a estudiar, calcular, argumentar y prevenir lo que acabará llegando sin duda: un nuevo lobo feroz con voracidad acumulada.

No lo desprecien porque sí, que lo van dejando caer en cuentagotas: desde algunas instancias ecologistas todavía minoritarias se viene apuntando la idea de que en el campo se genera mucho desperdicio alimentario, se pierde mucha comida que no se aprovecha y eso no puede ser. Y como es cierto, convendría ir al asunto, porque lo que ocurrirá es que le darán la vuelta. De quejarse los agricultores porque no valen las cosechas se pasará a que les digan: pues no las hagan, no produzcan, no malgasten recursos en producir lo que no hace falta, y la prueba es que no les compran o no les pagan lo suficiente porque no se necesita tanto, y a nosotros qué nos cuentan. Y a continuación el siguiente punto: no malgasten agua, no despilfarre abonos, no... Para desembocar, por ejemplo, en exigir autorización para emprender tal cultivo, con tanto gasto de agua, de fertilizantes, de... Y mostrar que hay un contrato previo de venta para justificar tal compromiso. ¿De qué otra manera se podrían evitar desperdicios en origen? Otra cosa serían los precios que tendrían que pagar los consumidores al desaparecer por sistema la presión de oferta.

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