Mientras prosiguen las tractoradas y demás protestas por toda Europa -ahora algo menos sonadas, se nota que arrecia la faena en el campo-, diversos agricultores ... se interesan a menudo por conocer detalles de las nuevas medidas y posibles correcciones que se anuncian por parte de las autoridades, y a veces cuestionan si esta larga oleada de movilizaciones servirá al final para algo notable y práctico. «Qué diuen, arreglarán tot açó?», llegan a plantear. Pregunta que en ocasiones se nota que lleva implícita una profunda duda sistemática, casi el convencimiento de que, a los postres, más de lo mismo; pero en otras se aprecia buena carga de desesperanza al comprobar que las nuevas promesas que florecen apenas aportan novedades tangibles y de peso, por lo que surge el desánimo: «Después de tanta movida, ¿sólo esto? ¿Para qué tanto esfuerzo, si no nos hacen caso?» Pues claro. ¿Y qué esperaban?
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No seamos ingenuos, las manifestaciones y demás muestras de descontento sirven de presión ante los poderes públicos, qué duda cabe, pero también se sabe desde el poder que al descontento conviene concederle el derecho al pataleo, el recurso del desahogo, y, llegado el caso, adornar la jugada con algunas concesiones aparentes; que se note algo, que haya quien vea que ha valido la pena, aunque otros desmientan su valor real. La misma controversia generada servirá para alargar el trampantojo de las cesiones simuladas.
Si quieren la verdad, fíjense en que, hace unos días, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, al preguntarle sobre los problemas de los agricultores, si bien tuvo palabras de reconocimiento hacia su trabajo, concluyó que «tendrán que aceptar las políticas europeas». Así que hay pocas dudas. Es como se esgrime que la ley es la ley y que el desconocimiento de la misma no exime de su cumplimiento. Pues eso, lo ya sabido, las élites urbanas legislan y las minorías rurales, a lo que toca: trabajar mucho, producir alimentos baratos, espabilarse para aguantar lo que venga y a cumplir lo mandado.
No esperen más allá de correcciones cosméticas. Por el qué dirán. Si se fijan, en las mismas promesas ya cunde lo ambiguo, parcial, aproximado y provisional.
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