No está de moda esgrimir que faltan carreteras, ni siquiera bajo el eufemismo de llamarlas infraestructuras. Ocupan terrenos, llenan espacios con hormigón y asfalto, se ... plagan de vehículos... Digamos que queda poco sostenible, no está en la onda del momento. Y, sin embargo, es evidente que faltan carreteras, porque vemos a diario muchas vías colapsadas, somos más, viajamos más, requerimos más transportes y no es fácil ver que se ensanche lo que hay.
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Ahora mismo, con la aprobación definitiva de la ampliación del puerto de Valencia y las prisas por licitar las obras, quien más y quien menos se las promete felices, porque ya se consiguió lo que defendían, al igual que siguen renuentes los que sostenían que no se debía hacer eso, porque es malo para la ciudad y su entorno; pero no se cita que esa misma decisión debería llevar implícita la ampliación de las vías de acceso y salida. Porque lo que hay ya está colapsado. Imaginen un puerto ensanchado y con lo mismo alrededor. Más barcos, más mercancías, más camiones y contenedores, pero discurriendo por los mismos sitios, o sea, la V-30, que va camino de quedar totalmente colapsada la mayor parte del día, incluida la noche. No habría manera. Y, sin embargo, se habla de la buena nueva de recrecer el puerto pero cuesta hablar de la necesaria ampliación y modernización de sus accesos. No está de moda hablar de que faltan carreteras. Quienes se oponían a ensanchar el puerto cogerían de nuevo alas. Mejor no decir, o hablar muy bajo.
El problema es que si las actuaciones no van parejas se puede llegar a una situación muy complicada. No tiene sentido que se aspire a ser el gran puerto de Madrid, lo que quiere decir que es de aquí a Madrid y alrededores de la capital, y luego que todos los camiones tengan que ir a paso de tortuga por la orilla del cauce nuevo del Turia, entre parones, para deslizarse por un tercermundista bucle hasta enfilar la A-3. O bien, desde el otro lado, seguir obligando a dar un increíble rodeo por el by- pass, también repleto y con atascos, para juntarse con los que llenan la V-30 por el oeste y el sur, porque sigue pendiente la necesaria entrada por el norte, eterno proyecto que duerme en el limbo.
«La solución es el tren», pontifican expertos oficiales. Claro. Pero esa evidencia queda incluso más lejana que todo lo otro. Pues no llevamos tiempo dándole vueltas para llegar a lo mismo. Entre tanto, la realidad del día a día es ésta: se van a emprender las necesarias obras de ampliación del puerto pero no se toman al mismo tiempo otras decisiones necesarias para aumentar sus accesos, vulgo carreteras.
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