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El GPS ayuda a encontrar lugares y trayectos, pero también a perderse. Los rescates de excursionistas extraviados van en rápido aumento y los técnicos de ... Emergencias están advirtiendo que este problema al alza se debe a una mezcla de inexperiencia y exceso de confianza. Entre la población digamos de riesgo reina el convencimiento de que las aplicaciones del móvil serán capaces de facilitar el recorrido sin sobresaltos, por lo que no se aprecia la búsqueda previa de buena información que asegure llegar a buen fin. Luego resulta que falla la batería, o la cobertura, o que cambia el tiempo, o todo a la vez, porque la realidad no es como la pintaron, y el desenlace es un susto, lanzar un SOS cuando se puede y a esperar que llegue la ayuda.
La larga lista de despistes o errores por culpa del GPS empezó a llamarnos la atención cuando un camión quedaba apresado en una calleja de un pueblo, o entre un camino rural y un puente imposible, porque el aparatito que tenía que guiar de forma automática hasta la fábrica distante le condujo con la torpeza de recurrir a una ruta virtual más cercana, sin que nadie hubiese hubiera reparado en que eso podía servir para ir a pie o en bici, pero no para un tráiler de 40 toneladas. Todavía se dan noticias de lo más pintorescas en este plano: transportistas que se pierden y tienen problemas para salir del atolladero, turistas que se quedan a punto de zambullirse en las aguas de un pantano, motoristas que se aventuran en desiertos porque lo fían todo a las instrucciones de lo que suponen que no ha de fallar... Como vemos a diario, en cruces y rotondas, a conductores que dudan, porque no saben si la primera salida a la derecha que le ha indicado la voz en off es realmente la primera que les viene a la derecha o la que acaban de rebasar, o cuál de las dos de ese par que parecen confluir en una. ¡Madre mía, qué atolladero! ¿Y cómo es eso que para ir a Alicante, que queda hacia el sur, este bicho me envía ahora hacia el noroeste? ¿Qué hacemos? De momento, otra vuelta a la tortada.
Como en lo de perderse entre montañas, valles y ríos, lo mismo: inexperiencia y exceso de confianza. Perdidos por haberlo relegado todo a lo que nos diga el GPS, sin pasar antes ni un rato al menos dándonos la satisfacción de mirar en un mapa, o parando a preguntar a alguien que sepa. Como herramienta que es, el GPS es una grandísima ayuda, qué duda cabe, pero ninguna llave inglesa aprieta por sí misma una tuerca, y muchas tuercas exigen mayor precisión que la de una simple llave inglesa. Hay quien sale de casa y le pide enseguida al GPS del coche la ruta a seguir, aunque vaya a casa de la suegra, que vive donde siempre. Y así, la costumbre se hace carne y deviene en lo que estamos.
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