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Al igual que se ha instituido la medición de la huella hídrica o del CO2 para calibrar la idoneidad ambiental de cualquier tipo de actividad, ... convendría implantar también alguna pauta que dé noticia clara de la huella que dejan los escombros en determinados ámbitos geográficos, de modo que se pueda medir así el grado de respeto o incumplimiento naturalista que rige en cualquier ciudad y si el mismo es acorde o no con las directrices virtuosas que prodigan sus gobernantes y habitantes.
Valencia y su área metropolitana no saldrían bien paradas, a la vista de los innumerables vertederos con restos de reformas de albañilería y otros desechos que proliferan en los arrabales de núcleos de población, alrededor de polígonos industriales, en cualquier solar del entramado urbano y también en campos que dejaron de cultivarse. Es curioso el efecto llamada que se produce, como en tantas situaciones de la vida colectiva. Basta que alguien eche algún trasto en algún lugar para que enseguida comiencen a hacer lo mismo otros desaprensivos, hasta formar montañas indecentes. Si pudiera llegarse a encuestar a cada uno de los causantes, a buen seguro que se declararían profesos de postulados ecologistas, aunque su manifiesta desconsideración por el entorno les declare justo en el lado opuesto. ¿Y quién no va a mostrarse seguidor de la moda imperante, o de lo mandado? Aunque después, a escondidas, la realidad supere a la ficción y a las teorías de salón.
La alcaldesa de Valencia ha anunciado un ambicioso plan de recogida de residuos y limpieza que incluirá hasta el baldeo de calles y plazas con agua que olerá a azahar. No haría falta tanto si cada cual fuera responsable con lo suyo. Sin fumadores que tiran las colillas a las puertas de bares, casas y oficinas, no serían necesarios operarios encargados de recogerles sus colillas. Y si los gestores de ecoparques fueran más abiertos y admitieran todo lo que les lleven, escombros incluidos, sin rechazar nada por no estar censado alguien en el municipio, no tendría que invertir luego el ayuntamiento correspondiente en recoger y limpiar lo que no se habría ensuciado.
Si hubiera un seguimiento de la huella de los escombros veríamos que muchos de ellos llevan marcas de la casa donde se inició el proceso, porque no hay reparo al expedirse en centros comerciales artículos en envases con su nombre que luego se usan para dejar por ahí las sobras, cascotes y desconchados. Bien podrían disponer en los puntos de venta de un contenedor donde recoger esas inmundicias. Evitarían problemas, cumplirían lo mandado, mejorarían su imagen y concienciarían de verdad a los infractores.
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