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El amigo urbanita disfruta paseando por la huerta. Sale de casa, al norte de la ciudad de Valencia, coge la ruta de la antigua vía ' ... churra', la del ferrocarril que salía de la vieja estación de Aragón, y se interna entre campos idealizados. Es la popularmente llamada hoy 'ruta del colesterol', que no es denominación exclusiva, sino la misma se repite en otros lugares con igual idea-concepto; pero en este caso, su cercanía a la capital y a pueblos huertanos le confiere categoría especial, por la alta densidad de 'tráfico' andariego y ciclista y por su recorrido, precisamente por la porción de la huerta valenciana más fetén, mejor conservada, con pocos indicios aún de abandono, que sin embargo abundan en áreas más al norte y desde luego al sur y al oeste del área metropolitana.
Al entrañable amigo urbanita -urbanita con cariño-, valenciano hasta la médula, le gusta identificarse con los aires huertanos del trayecto, pero en ocasiones no acierta a descubrir qué es eso que hay plantado en este campo, o no entiende por qué está aquel otro tapado con una enorme lámina de plástico, o se inquieta si alguien está arrancando lo que le parece que él no arrancaría, o se imagina que no debiera arrancarse. Y entonces quiere salir de dudas, saber qué está pasando; saca fotos, las pasa por wasap y te funde a preguntas: qué es esto, qué es aquello, por qué lo otro, qué hacen aquí, por qué riega tanto este labrador, o por qué se ha secado lo de allá, cómo es que dejan crecer malas hierbas, a qué se debe que este rincón no esté bien cuidado, qué ocurrirá para que tenga esa mala pinta...
Hay que ver, es que no les miman el jardín agrícola, y el respetable público se inquieta enseguida. Observan, comparan, opinan y cunde cierto desasosiego si barruntan algo que no encaja. En el fondo les desazona que puedan extinguirse esos mosaicos de verdes que embellecen el paseo. Y yo le digo al amigo paseante que eso tiene solución; los huertanos deberían tranquilizarles poniendo carteles para informar qué tienen plantado en cada campo: aquí unas coles; si se ven algo raras, que indiquen la variedad; lo de al lado son patatas, lo otro, cebollas... Y que expliquen qué hacen cada día, y el por qué. Si hace falta, con guías que detallen. Todo por el bien común y la armonía huertano-urbanita.
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