La inercia nos lleva muchas veces a calificar como forestal cualquier incendio que se produzca fuera de un ámbito estrictamente urbano. Aunque, en realidad, la vegetación quemada sea de tipo agrícola o relacionada con parcelas de antiguos cultivos.
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Es muy habitual que el fuego, intencionado ... o accidental, surja en espacios que fueron agrícolas y estuvieron mimados, pero donde hoy cunde la desidia y, con ella, la vegetación selvática que un mal día se acaba quemando.
También es frecuente que, detrás de grandes frentes de fuego que arrasan amplias zonas que hoy son de monte, con pinos y otras especies, aparezcan viejos muros de piedra que durante siglos sujetaron bancales con algarrobos, olivos, almendros... hasta cereal cuando el hambre apretaba.
Es decir, que detrás de un incendio forestal se adivina con harta frecuencia un proceso de abandono agrícola sucesivo que provoca la pérdida en esos espacios de población experta que controlaba y avisaba, la desaparición de zonas cultivadas que, llegado el caso, hacían de cortafuegos, y, en su lugar, su sustitución por enormes masas continuadas de 'combustible' que arde sin freno y con gran peligro sobre bienes adyacentes, a menudo casas que se fueron construyendo después.
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En el parque del río Turia es bien visible esta sucesión de situaciones. Lamentablemente se suceden incendios que por sistema son calificados de forestales, pero en realidad lo que más pronto arde es el herbazal errático que ha crecido en los bancales que dejaron de cultivarse, o en los cañares entre ribazos hasta la orilla del río. Luego llegará el fuego a zonas propiamente más boscosas, y entre medias se extremarán lógicas medidas de protección sobre alguna urbanización que ha crecido en los últimos años. Pero si fijamos la atención veremos que detrás de todo está el abandono agrícola. Y se podría remediar si volvieran a cultivarse los campos que hoy no producen alimentos, porque un campo cultivado no es un riesgo para propagar incendios. Pero a nuestra sociedad le importa poco de dónde viene lo que come, aunque luego se diga lo contrario, y apenas se sabe ya que detrás de un incendio que llamamos forestal hay un largo proceso de deslocalización agraria.
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