El profesor Federico Martínez Roda ha 'clavado' la realidad de la huerta protegida al hablar de «jardines productivos», en un artículo publicado en el diario 'Levante' el pasado jueves día 5. El concepto es exacto, según la concepción general e idealizada de los campos huertanos ... alrededor de Valencia y los pueblos de su área metropolitana, así como de la idea que se plasma en las disposiciones proteccionistas, incluso después de modificar el Consell la ley de l'Horta. Los cambios efectuados gustan a pocos: la oposición está en contra al considerar que se pretende liberar suelo para urbanizar y construir, que era lo que se quería impedir a toda costa, y a los agricultores no les dice nada porque no perciben mejoras y se ven al margen. Lo cierto es que estamos ante una normativa que desde el principio no parece pretender otra cosa que asegurar la permanencia de cultivos que mantengan un espacio verde donde vivir y pasear: es decir, una comarca ajardinada, pero con jardines productivos que cuidan otros gratis. Sólo que los que mantienen esos jardines seguirán si quieren, si les es rentable, y desde luego sufren el agravio de que otros disfrutan lo que ellos miman. En consecuencia, se esfuma el relevo generacional y crece sin parar el abandono. ¿Quién cuidará esos jardines? ¿Quién producirá lo que algunos contemplan desde la distancia con postulados utópicos, reñidos con la realidad del día a día?
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Décadas de darle vueltas y más vueltas sin llegar al meollo de la cuestión. Falla la piedra filosofal.
Al responder a las críticas de la oposición por la reforma legal, el conseller de Territorio, Vicente Martínez Mus, ha dicho que el Consell pretende que la ley de la huerta «sirva para protegerla», remarcando que «no es un jardín, es una actividad económica, es una agricultura», y los agricultores necesitan «herramientas para que su trabajo sea rentable y poder mantenerlo».
¿No es un jardín, como lo atestigua el profesor Martínez Roda, que recoge así un extendido concepto desde el colindante ámbito urbano?
Si la idea de jardín no revoloteara en todo esto e imperara de verdad la convicción de facilitar un futuro viable para los huertanos que quedan y atractivo para los jóvenes, habrían corregido la imposición vigente en el área de mayor protección de no poder juntar parcelas ni corregir lindes, acequias o caminos para componer explotaciones mejor dimensionadas, modernas y mecanizables. También habrían corregido la parte que exige que los vallados dejen pasar a la fauna salvaje. Y no habrían olvidado que, al eliminar el Consell de l'Horta, además de retirar del escenario un foco de más burocracia, se quedan en el vacío las pocas ayudas que repartía.
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