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Lo que sucede en El Saler es claro ejemplo de lo que ocurre frente a todos los incendios forestales. Porque el bosque de El Saler es de los más queridos y vigilados, si no el que más, por parte de la población circundante. No hay ... muchos bosques como éste metidos tan al lado de una gran ciudad, emblemático de verdad, rodeado de viviendas y negocios y de población interesada al máximo en que se conserve y mejore; al igual que lo queremos todos los demás, aunque no vivamos allí, porque lo visitamos, lo enseñamos y nos enorgullecemos de su existencia y sus valores naturales, como nos enorgullecemos al máximo de la Albufera colindante. Y no hace falta decir más, todos sabemos lo que vale El Saler y que debemos preservarlo.

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Sin embargo hay un pirómano suelto que es capaz de tenernos en jaque, empeñado en prenderle fuego a El Saler una y otra vez, burlándose de todos los que estamos diametralmente en contra de sus reiteradas acciones criminales, pero sin poder cogerlo in fraganti para apartarlo definitivamente de la circulación y evitarnos desastres y tanto quebradero de cabeza. Dicen que el otro día un vecino estuvo a punto de pillarlo, pero se escabulló de nuevo, y lejos de quedar escarmentado, por si acaso, volvió a las suyas, desafiante, empeñado en cargarse el bosque más valioso, la joya de la corona. Y no le importa actuar a plena luz del día, como ocurrió el sábado, aprovechando el fuerte viento de poniente para que esparciera con saña las llamas. Sin que nadie le coja, ni le vea de nuevo para ir tras él.

La desgraciada reiteración de incendios en El Saler nos muestra hasta dónde alcanza la impotencia colectiva frente a la determinación delictiva de quien se empeña en provocarnos un gran mal; sin que toda la atención posible, en el bosque más sensible de todos, y se supone por tanto que más vigilado que ningún otro, sea bastante para detener esta sarta de desaguisados. Vistos los altos costes de las labores de extinción y los que podríamos lamentar si un fuego se volviera incontrolable del todo, ¿no será cuestión de aplicar medidas que sean definitivamente decisivas para evitar daños peores?

Cada vez que hay un incendio forestal surge la sospecha de que han actuado pirómanos, sin que las más de las veces se llegue a demostrar ni se detenga a nadie. Pero si hay certidumbre de que detrás del fuego hay un malintencionado es ahora, en El Saler, en un bosque urbano, tan querido, emblemático para Valencia. ¿Tanto cuesta detener al malo o los malos? Pues imaginen cuando se trata de grandes incendios en lugares remotos, de difícil acceso y deshabitados. Todos queremos evitar que El Saler se queme, pero sólo con querer no basta.

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