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Ayuntamientos de casi toda España despliegan ahora campañas ciudadanas para concienciar a sus vecinos de que los jabalíes o las cabras montesas no son animales de compañía, ni criaturas deseables en su entorno urbano, puesto que provocan importantes daños, cada vez más graves, y por ... tanto no deben verlos con cariño y simpatía, y mucho menos proveerles de cuidados y comida, porque así sólo contribuyen a que proliferen más, anulando otros esfuerzos para reducir al máximo sus peligrosas proles.
«No son mascotas», proclaman hoy las consignas oficiales para convencer a quienes todavía los ven con simpatía -siguen siendo multitud- de que en realidad se trata de animales salvajes y comprometedores, cuya presencia no es para nada aconsejable en territorios civilizados. Las razones son múltiples: provocan desastres en plantaciones agrícolas y también en jardines públicos y privados, son portadores de enfermedades y de plagas molestas (garrapatas, sarna...) que también ocasionan dolencias a las personas; y, lo que es peor, están cambiando sus costumbres, dejaron de ser timoratos como antes y atacan ya a la gente, así como son frecuente causa de accidentes de tráfico al irrumpir en las carreteras y provocar choques con resultados trágicos: heridos y víctimas mortales; como mínimo, sustos y vehículos destrozados.
Cabe recordar que esa imagen engañosa, tan bucólica y pastoril, que ahora tratan de borrar para que muchos vecinos cambien de actitud y sean consciente de los riesgos reales de la fauna silvestre, es el resultado de anteriores políticas plagadas de ingenuidad en favor de una biodiversidad mal entendida.
Respeto por la vida, incluida la de los animales, por supuesto, pero siempre que no nos vayan a causar daño, porque en ese caso los humanos debemos defendernos. ¿Alguien lo duda? Y siempre que no tengamos hambre, claro, porque nos alimentemos de todo, carne incluida. A menudo, doctrinas que tratan de imponer tendencias veganas van en el 'pack' de apostolados animalistas.
Políticas propensas a difundir ideas más 'tolerantes' con animales de todo tipo, poniéndolos tantas veces en niveles cercanos o iguales a las personas, llevan a que proliferen conciencias y actuaciones favorables a lo que ahora se quiere invertir. Meses atrás, una munícipe de una población valenciana alardeó de haber rescatado un jabato que mostró muy ufana en sus brazos, anunciando que lo cuidarían en instalaciones apropiadas y lo soltarían cuando creciera. Esperemos que este jabalí, que ya será adulto, no haga de las suyas en el vecindario hasta forzar cambios de opinión a base de exhibir tropelías.
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